EL SOLAR DEL TEATRO ‘DOCTOR THEBUSSEM’ DE MEDINA SIDONIA

 

Salvador Montañés Caballero

Manuel Montañés Caballero[1]

 

El estudio histórico y las excavaciones arqueológicas realizadas en torno al solar del futuro Teatro Thebussem de la ciudad de Medina Sidonia, han permitido documentar la evolución de esta parte de la población, constatándose su ocupación desde época altoimperial romana, hasta donde se extendía el núcleo urbano de Asido Caesarina; utilizándose en el siglo IV d.C. como necrópolis de inhumación. El registro conservado da un salto hasta el siglo XVII, en el que se construye la iglesia del convento de los Franciscanos; amortizada en el siglo XIX, convertida en teatro tras diversas transformaciones a mediados de ese siglo, y en el siguiente cine y, finalmente, almacén municipal.

Al menos hasta ahora, no se han visto cubiertas las expectativas que auguraban para este lugar las fuentes de la historiografía tradicional, que situaban en los terrenos en los que se edificara esta iglesia y en del desaparecido convento una gran edificación antigua, que identificaban con un templo dedicado a Hércules en tiempos de fenicios y romanos.

 

 

 

            La investigación histórica y arqueológica se llevó a cabo entre los meses de septiembre a noviembre de 2005, autorizada y financiada por la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía y la colaboración del Ayuntamiento de Medina Sidonia.    

            Los trabajos contaron con una fase de recopilación documental y bibliográfica, en la que recogimos toda la información conocida de la zona, y otra de excavación arqueológica. En estas páginas vamos a dar cuenta de los resultados obtenidos en cada una de estas fases, así como de la interpretación que hacemos con los datos obtenidos.

 

 ESTUDIO DE ANTECEDENTES DEL LUGAR:

Como decíamos, analizamos para ello todo la información recopilada, consistente en fuentes escritas documentales, bibliográficas, e informes de intervenciones anteriores en el lugar y sus inmediaciones.

Todo este material nos aporta datos valiosísimos sobre la potencialidad arqueológica de la zona que nos ocupa antes de la excavación y para determinar la estrategia a seguir; así mismo, nos permite interpretar con fiabilidad los vestigios que se han ido localizando en el proceso de la intervención arqueológica.

            Contamos con antecedentes que ponen de manifiesto, a priori, el alto potencial arqueológico de esta zona del núcleo urbano, y en concreto de la parcela que nos ocupa, de los que damos cuenta a continuación:

            En primer lugar, acudimos a la documentación bibliografía en la que se constata la riqueza arqueológica del Barrio de Santiago, donde se enclava la parcela:

 “...Ansimismo en esta cibdad de Medina se veen hoy grandisimos edificios debaxo de tierra, muchos alcaçares, de murallas de casa, de argamasa é de grandes piedras de canteria é de muchas piedras de jaspe é de marmol escritas de romanos, de muchas medallas, ydolos, monedas é otras diversidades de cosas, ansi en sus arrabales como en todo el canpo que está á la redonda de la plaça nueva é de Santisidro, Santiago é San Sebastian...”[2].

 

 

           

Algunas de las columnas que se encuentran en la plaza de la Iglesia Mayor, que se dicen extraídas cuando se estaban haciendo los cimientos del convento franciscano.

 

 

Los datos más significativos sobre el lugar nos lo ofrece nuestro historiador local del siglo XVIII Martínez y Delgado[3], recogiendo en varios pasajes de su obra la tradición de la existencia de un templo fenicio en el que se veneró a Melkart, con continuidad en época romana dedicado a Hércules:

 “En efecto, poblaron lo hallaron los Fenicios. Estos, luego que se establecieron en la Isla de Cádiz, destacaron una colonia para el sitio donde se halla hoy Medina Sidonia, en el que establecieron su domicilio, fijaron su residencia, ejercitaron sus artes y oficios, y erigieron un majestuoso templo á Hércules Tirio –entre sus fuentes se encuentra la Historia de la ciudad de Cádiz de Agustín de Orozco, manuscrito de 1598- (p. 6)....

“La religión debia entrar en estas ideas de ambicion, y la hicieron tomar parte en sus máximas. Un magnífico templo dedicado á Hércules fue el más poderoso medio de abatirlos -a los naturales de estas tierras- y de enriquecerse…

No es fábrica imaginaria la de este templo de Sidonia. Autores bien recibidos –en la nota 3 cita a Mariana, Historia de España, Lib. I, C. 18, p. 36; P. Estrada, m. s. por Xerez, f. 37, n. 92, f. 104. bto. n. 287- no dudan de su existencia en esta ciudad, y lo describen como una fortaleza, como una casa de contratacion, y como una oficina, donde los Fenicios tenian á un mismo tiempo su defensa, su comercio, y un contínuo ejercicio de alguna de las artes mecánicas; y aun otros –en nota 4 cita al P. Fr. de Jesús-María, en su Coronic. de la Provincia, de S. Diego de Franciscos Descalzos. L. I. C. 22- en confirmacion de este dictámen, juzgan despojos de este famoso templo las grandes columnas, ídolos y otras piezas muy antiguas que se hallaron en esta ciudad cuando se abrieron los cimientos para el Convento de PP. Franciscos Descalzos, que está fundado en mucha parte sobre arcos firmísimos, antiquísimos y subterráneos, que entonces se descubrieron –los franciscanos se asentaron en esta ciudad el 12 de marzo de 1620, iniciaron obras en el de 1625, que concluyeron con nueva iglesia en 1651-. A su tiempo diré si este templo, que una comun tradición supone haber sido edificado en el sitio del (p. 12) expresado Convento, fue el de los Tirios ú otro de los Romanos –nota I: “Al apropiarse una parte de este convento para la cárcel, se encontraron también restos de un monumento antiguo”-.

Es muy verosímil que la gratitud á su Dios tutelar, las ideas lucrativas que hemos insinuado, el ejemplo que daban los Fenicios de Cádiz en la construccion de su templo, fuesen otros tantos motivos que estimulasen á los de Sidonia á imitar á sus compañeros y paisanos á la formación del suyo, y aun á adoptar su planta y copiar su elegante forma; pues querian igualarle en los  efectos  (p. 13)… El   Templo  quedó  casi  del  todo arruinado. La ciudad

perdió su hermosura, su fortaleza, su ser… Los Turdetanos, en fin, toman posesion de la ciudad incendiada…” (p. 14).

Esta desgraciada ruina de Sidonia  aconteció  á los fines  de la  dominación

Fenicia en Andalucía. En sus últimos apuros imploraron los fenicios andaluces el auxilio de sus hermanos los Cartagineses…(p. 15).

No era ménos poderoso el resorte de la Religión. Veneraban los Cartagineses con especial respeto á Hércules, deidad muy acreditada en Tiro… (p. 17). Con estas ideas de Religión y con el auxilio de las armas, consiguieron finalmente ser dueños absolutos de Sidonia y restauradores de su templo, que renovaron y fortalecieron para que sirviese á un tiempo de culto á su ídolo, y de seguridad á sus personas. Este monumento religioso subsistió tanto como su imperio. Los Romanos que les sucedieron hallaron á Medina Sidonia con el nombre de Asido: la reconocieron y respetaron como ciudad de templo, de refugio y de salvamento… (p. 18).

Los Romanos hallaron á su entrada y conservaron en su tiempo el templo de Hércules edificado en esta Ciudad por los Fenicios y continuado por los Cartagineses. De otra (p. 44) manera no llamáran á Medina Sidonia los autores aun en tiempo de los Romanos Ciudad de templo, de refugio y de salvamento. Con este nombre conservaron igualmente los Romanos este precioso monumento de la antigüedad fenicia. No tuvieron que hacer en él cosa que reparar sus quiebras. Así continuó hasta su total ruina. De  ella son vestigios, no solamente los monumentos subterráneos ya expresados, sino también las enormes columnas que se hallaron posteriormente abriendo cimientos para la capilla de los terceros del ya citado Convento de San Francisco. Sabemos por noticias de los mismos que se hallaron en esta obra, haberse descubierto tremendas columnas de mármol y de jaspe, y que no pudiendo sacarlas por su peso y por las grandes excavaciones necesarias é impracticables por las crecidas expensas y cortos recursos, las dejaron sepultadas por cimientos: extrajeron siete de las más pequeñas, que están colocadas en la plaza de la Iglesia mayor, las que según la tradición de este pueblo, fueron halladas en el citado lugar y pertenecieron al famoso templo” -según nota I de Enrile en 1875 todavía existían en el lugar cinco de ellas- (p. 45).

 

            El mismo autor menciona en su obra otros hallazgos romanos en las inmediaciones y dentro de la cerca del convento franciscano, como cabeza de mármol y anillos. Aunque la pieza más singular es el sarcófago con la inscripción CLODIA LUCERA, del que aporta los siguientes datos:

“…esta arca, urna ó sepulcro, servia de lavatorio con todos sus servicios correspondientes en la sacristía del Convento de Religiosos Franciscos Descalzos de esta Ciudad, donde lo ví con prolijidad, y permaneció hasta que dichos Padres, conociendo lo mucho que se habia aficionado á ella el Sr. D. Guillermo Tyrri, marqués de la Cañada, docto y curioso anticuario, se vieron precisados á cedérsela en el año de 1763, é hizo conducir la parte principal á su precioso gabinete de la ciudad del Puerto de Santa María, donde lo conserva con especial estimación… Hé aquí la descripción de esta piedra, purgada de las equivocaciones con que la han publicado los citados autores –nota I: Rodrigo Caro. Antigüed. de Sevilla, lib. III, cap. 24; P. Concepción. Cádiz Ilustrada, lib. VII, cap. VI, pág. 9-.

Esta lápida es un sarcófago ó caja sepulcral pesadísima: (p. 35) en su frente principal tiene grabados de bajo relieve los retratos y figuras. A los lados angostos se ven esculpidas unas naves. La tabla delantera que forma el frente principal y donde se hallan los grabados, se cortó y separó del resto del sepulcro, y fue conducida al mencionado gabinete del Sr. Tyrri, quien por su gran peso lo hizo embutir en la pared. El resto quedó en Medina y se halla en el Convento de los referidos Padres Descalzos, sirviendo de base á una pequeña pared del jardin de la sacristía. La materia del mencionado sepulcro no es de alabastro, como han asegurado los historiadores, sino de mármol blanco con algun viso de cenizoso, muy semejante á varias columnas de esta ciudad,… El largo de dicho sepulcro es de dos varas y cuarta castellanas, el alto es algo menos de una vara. Las figuras son ninfas, sátiros, niños con alas y muchas barcas con sus remeros… –según nos dice Enrile en nota I, se encontraba en los años setenta del siglo XIX aún en el Puerto de Santa María- (p. 36).

...De esta lápida hace mención el Conde de Cailus, sapientísimo anticuario, en el tomo 7º de sus antigüedades, y de la misma llevó dibujo el Sr. Jorge Pitt, caballero inglés, en el año 1760, que estuvo en esta ciudad registrando sus antigüedades” (p. 37).

 

            De la existencia de este sarcófago se ocupa también el profesor José Beltrán Fortes[4]; además de recoger el dibujo del siglo XVIII de uno de los frontales mayores, de esta pieza dice:

“4. Caja de sarcófago de Asido (Medinasidonia, Cádiz), de material (mármol) y dimensiones exactos desconocidos (aproximadamente de 0,80 m. de altura y más de dos metros de anchura), ya que sólo se conoce a partir de un dibujo del s. XVIII, de su propietario de entonces el marqués de la Cañada. Presenta un thiasos marino, con parejas de ninfas y monstruos marinos y barquillas con erotes; en el centro un clípeo en que se representan dos figuras femeninas, seguramente madre e hija. Los peinados que llevan –uno que sigue el de Plautilla, datado hacia el 202 d.C., y otro hacia el 222 d.C.- parecen indicar que la pieza fue usada en torno a esos dos momentos distintos y elaborada, consecuentemente, algunos años antes, posiblemente muy a fines del siglo II d.C. o inicios del siglo III d. C.”

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Dibujo del siglo XVIII del frontal del sarcófago.

 

Finalmente, y también en relación con este mismo sarcófago, se ha publicado un interesantísimo artículo de la directora del Museo de Jerez de la Frontera, Rosalía González Rodríguez[5]. De éste extractamos los siguientes pasajes, que nos aportan nuevas informaciones sobre el sarcófago asidonense del que venimos tratando:

   “El motivo de este artículo es dar a conocer un conjunto de siete fragmentos correspondientes a un frente de sarcófago romano en mármol, con ornamentación figurada en relieve que representa una alegoría del mundo marino. Dichas piezas se encontraban decorando de manera aislada, sin ningún tipo de relación entre sí, distintos espacios de los jardines que rodean el palacio de La Atalaya de nuestra ciudad (Museo de los Relojes de Jerez de la Frontera)…

   El material en el que está realizado es mármol blanco con abundantes vetas de color grisáceo, no pudiendo indicar a la espera de análisis especializados, sobre todo petrográficos, su exacta procedencia, aunque bien pudiera ser de origen extrapeninsular como argumentaremos más adelante…

   Un primer acercamiento a la fecha de realización y utilización de este sarcófago  pétreo –al menos posterior a la segunda mitad del siglo II d.C.-, nos viene dada por el hecho de tratarse de una inhumación…

…El carácter claramente pagano de la escena de nuestro sarcófago (un thiasos marino) permite por tanto ajustar su encuadre dentro del siglo III d.C…

   Dicha pieza –que en la actualidad consta como desaparecida- posee una rica documentación historiográfica que fue recogida y analizada por A. Recio Verganzones (nota 5: “El sarcófago romano de Medina Sidonia”. Boletín del Instituto de Estudios Gienenses, 20. 1974. p. 79 y ss. IDEM: “Sarcófago romano de Medina Sidonia”. XIII Congreso Nacional de Arqueología. Zaragoza, 1975, p. 875-883.) en 1974, a raíz del hallazgo de un dibujo de la misma contenido en un manuscrito de la Biblioteca Capitular y Colombina de Sevilla…

   Al año siguiente de pasar a formar parte del gabinete de antigüedades, el propio marqués confecciona un catálogo completo de su colección. Así mismo encarga el dibujo de las piezas más notables para enviarlas, junto con el documento por él elaborado, al arqueólogo francés conde de Caylus, quien sólo estudia y publica una pequeña selección de las mismas entre las que no se encuentra el diseño del sarcófago asidonense. Precisamente una copia manuscrita de este catálogo, así como tres pliegos de dibujos, uno de ellos correspondiente al sarcófago, es el que se conserva en la Biblioteca Colombina de Sevilla y ha permitido el redescubrimiento y estudio de dicha pieza de la que únicamente se tenían noticias confusas.

   Tras la muerte de D. Guillermo Tyrry en 1779, su viuda, para liquidar el censo impuesto sobre su casa, vendió gran parte de la colección y la biblioteca familiar…

   No obstante, el sarcófago no fue vendido, quizá por hallarse –según indica F. Martínez Delgado- embutido en una pared debido a su gran peso. De hecho Antonio Ponz añade (en Viaje de España, 1794): <<...Era mucho lo que allí había de libros raros y estimables, hasta siete mil volúmenes, y lo mismo de pinturas, estampas, medallas, dibujos y otros monumentos de la antigüedad. Entre estos todavía se conservan algunos en la casa, y entre ellos es de mucho aprecio, aunque no por lo tocante a la excelencia del arte, un sepulcro antiguo de mármol que se encontró en Medina Sidonia>>.

   Parece que en la casa del marqués ya fallecido permaneció el sarcófago hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XIX…

   A partir de este momento no se vuelve a tener noticias sobre el paradero de esta pieza, que ya en 1908-1909 Enrique Romero de Torres da como desaparecida…

…Respecto a la cronología, A. Recio lo sitúa entre finales del siglo II d.C. y primera mitad del siglo III d.C., en tanto que J. Beltrán establece una fecha más estricta –en el primer cuarto del siglo III d.C.-, en función del estudio iconográfico que realiza de los dos retratos y de los modelos de peinado.

   Ambos autores comparten la opinión de que se trata de una obra de taller romano… En consecuencia (Beltrán) lo considera una importación de taller romano de calidad media. Como la mayoría de los sarcófagos béticos de esta fecha procede de un núcleo urbano, la antigua Asido, no muy alejado de la costa (el transporte de estas piezas se ha puesto en relación con el comercio de aceite bético en el viaje de retorno de los barcos desde Roma) y estaría destinado a una familia aristocrática de nivel económico elevado.

   Para finalizar hemos de felicitarnos por la recuperación e ingreso en el Museo, aunque por desgracia en un estado muy incompleto, de una pieza de sarcófago que se consideraba perdida desde hace un siglo y de la que tan sólo existe, que sepamos, otro ejemplar con la misma temática en la Península, recogido en el corpus de A. García y Bellido que al parecer se conserva en la iglesia parroquial de Ager (Lérida)”.

Ubicación de los fragmentos del Museo de Jerez en el conjunto del frente del sarcófago (según Rosalía González).

 

            Marcos Ramos[6], además de recoger e interpretar lo ya expuesto por Martínez, nos aporta un dato más sobre el lugar y su entorno:

 “Romanos también los mosaicos que quedaron bajo los cimientos del grupo escolar Alvaro Domecq, junto a la misma cerca, en 1962”  –actual colegio ‘Doctor Thebussem’-.

 

            Tenemos en cuenta, igualmente, los informes de excavaciones que realizamos nosotros mismos en el entorno con anterioridad:

De 1995 es la “Investigación y excavación arqueológica de emergencia en cisterna romana de la C/ San Isidro de Medina Sidonia (Cádiz)”. Cisterna romana localizada en parte bajo la cimentación de la fachada lateral de la C/ San Isidro del C.P. ‘Doctor Thebussem’ (coincidente con el espacio que ocupara el convento franciscano), y en parte bajo la misma calle, en excelentes condiciones de conservación, presentando completa toda su estructura: cubierta abovedada, dos salas comunicadas por un pequeño vano, pozo-registro de sillares, entrada de aguas por tubería de plomo, paredes y suelos enlucidos de opus signinum y cordón hidráulico del mismo material. Éste podría ser uno de los “monumentos subterráneos” de los que habla Martínez que se descubrieron cuando se realizaban los cimientos del Convento de Franciscanos Descalzos.

Y en el año 2001 la “Actuación arqueológica de urgencia en solar de C/ San Isidro nº 3 de Medina Sidonia (Cádiz)”. Sondeo en el que se localizan estructuras constructivas romanas (pavimento de opus signinum y sillares sueltos), que quedan bajo la cimentación de la nueva vivienda que se edifica en este solar.

            A través de documentación archivística y otras fuentes, conocemos también de la evolución de la iglesia del convento desde poco antes de la exclaustración de los religiosos hasta nuestros días: en 1811 el templo fue casi desmantelado y los materiales de sus muros reutilizados para reforzar/reconstruir las murallas ruinosas del castillo, por orden del comandante de las tropas de ocupación napoleónicas. La prueba documental la hemos encontrado en el Archivo Municipal de Medina Sidonia, Legajo 932, donde se conservan diversos vales de pago a trabajadores que estuvieron desmontando la iglesia de San Francisco, para reutilizar los materiales en el castillo. Existe constancia de trabajos en dichas labores, al menos, entre los días 5 al 19 de abril de 1811. Como ejemplo de tales documentos, valgan los siguientes:

 

§  “Sr. Corregidor los trabajadores que an trabajado en el conbento de San Fco. á disposición del Sor Comandante del fuerte del castillo oy día 5 de Abril de 1811 son los siguientes…” (referido al derribo de muros del templo).

 

§  “Cuenta del gasto diario causado en la comida de los Sres. oficiales de la fortaleza del Castillo de esta ciudad y otros distintos desde el diez y seis de marzo, hasta esta fecha” (entre los gastos distintos se recoge el transporte de maderas desde San Francisco al Castillo –fecha del documento: 19 de abril de 1811; tal vez, las madera transportada podrían ser vigas de la cubierta del templo).

 

La primera desamortización realizada bajo el reinado de Isabel II, exclaustró a los frailes, quedando abandonado el templo y convirtiéndose las dependencias del convento en cárcel y cuartel de la recién creada Guardia Civil en el año 1848.

En el año 1851 la iglesia se encontraba en desuso, creándose una sociedad que solicitó al Ayuntamiento su cesión para construir un teatro. En el expediente instruido al efecto, localizado en el Archivo Municipal de Medina Sidonia, Legajo 844, hallamos también referencias a la actuación de las tropas napoleónicas y el estado en el que se encontraba a mediados del siglo XIX (los subrayados son nuestros):

 

§  “Expediente instruido á instancia de D. José Nuñez Mendoza por sí y a nombre de otros asociados para la adquisición de un pedazo de terreno con objeto de construir un teatro. Año de 1851

D. José Núñez Mendoza propietario y vecino de esta Ciudad por sí y á nombre de otros varios asociados para el objeto que se espresará á V.S. con el debido respeto hace presente: que ecsigiendo la cultura é ilustración de esta Ciudad el establecimiento de un Teatro destinado á la declamación, un numero considerable de propietarios amantes de los adelantos de esta población se hán constituido en compañía para construir un Coliseo proporcionado y digno de estos habitantes. Para ejecutar este proyecto no se encuentra sitio mas adecuado que el que ecsiste abandonado y completamente inutil contiguo al edificio de la nueva Carcel y cuartel de la Guardia Civil… biendose hoy por lo mismo convertido en un muladar perjudicial a la salud y al ornato publico

           Medina Sidonia Mayo 27 de 1851

Informe: La Comisión nombrada para emitir su dictamen acerca de la solicitud deducida por D. José Nuñez Mendoza… ha reconocido en unión con los alarifes publicos el espacio que media entre la esquina de la Calle de la Tripería y edificio cuartel de la Guardia Civil y Carcel publica, y encuentra que alli ecsiste un terreno espacioso y desigual lleno de escombros ruinas y estiercol, el cual nó tiene hoy aplicación ni uso alguno. Su procedencia lo és en parte del solar que ocupó la antigua Iglesia de San Francisco destruida por los franceses en el año de mil ochocientos once; para edificar con sus materiales como lo verificaron el castillo de esta ciudad siendo producto de la misma destrucción los escombros y paredes que hoy se observan en la parte contigua al edificio de la nueva carcel… (se les concede dicho solar para edificar el teatro).

           Junio primero de mil ochocientos cincuenta y uno”.

 

En el año 1909 constata el Doctor Thebussem (Mariano Pardo de Figueroa) en su obra Notas bibliográficas de Medina Sidonia, p. 56, que el teatro estaba “abandonado y ruinoso”.

Sin tener datos sobre la fecha de su reconstrucción y nueva apertura, en los años treinta vuelve a estar en uso.

Hasta los años ochenta del siglo XX se utilizó como cine.

A finales de esta década se realizaron reformas para su utilización como almacén municipal (con remociones del terreno en la zona del patio de butacas), uso que ha mantenido hasta la actualidad.

 

 

TRABAJO DE CAMPO:

 

CONTROL DEL DERRIBO DE LA EDIFICACIÓN EXISTENTE:

En previsión de que algunas construcciones que se iban a derruir se encontrasen cimentadas sobre estructuras antiguas o que se hubiesen reutilizado elementos arqueológicos constructivos o de otra naturaleza (como parece reflejar los antecedentes), establecemos un control sobre dicho derribo.

Éste afecta a las fachadas Norte, Este y Sur, nivelándose todo el espacio, a grandes rasgos a la misma cota que la plaza situada en su frente Este. Realizamos el seguimiento de desmonte de dichos muros y evacuación al vertedero, no advirtiendo la presencia de materiales significativos, a excepción de algunas piezas pétreas de mediano tamaño con talla más o menos elaborada (sillares reutiIizados). Ponemos especial atención cuando los trabajos alcanzan los laterales del altar mayor; en uno u otro lado de éste debía situarse la sacristía de la iglesia, en cuya pared quedó empotrada la parte del sarcófago romano que no se llevó a su casa del Puerto de Santa María el marqués de La Cañada, sin que se localicen restos de dicho sarcófago (es posible que se desmontasen dichos restos en los trabajos de derribo ordenado por el comandante francés en 1811, o bien en las obras de construcción del teatro en 1851).

Se mantiene, según el proyecto arquitectónico por ejecutar, lo que fuera cabecera o altar mayor de la iglesia, situada al Oeste, que se va a integrar en la nueva edificación. Para evitar su posible desplome, dadas las grietas que presentaba el muro, la dirección facultativa ordena su apuntalamiento, hasta que pueda consolidarse y unirse al resto de la construcción del teatro.

 

 

 

Fachada del cine, antes del derribo.

 

 

 

Cabecera de la iglesia conservada

 

PRIMEROS TRABAJOS ARQUEOLÓGICOS: PROSPECCIÓN CON SONDEOS ESTRATIGRÁFICOS:

            Para conocer realmente con anterioridad a la excavación el potencial arqueológico de este espacio, lo que nos facilitaría y agilizaría en gran medida dicha excavación en extensión, al alcanzar un rápido conocimiento de la configuración del subsuelo, realizamos al inicio de la intervención tres sondeos estratigráficos situados en lugares estratégicos, con cuyos resultados planteamos la estrategia de la excavación en extensión.

            Las medidas de estas catas fueron de 2x2 metros, si bien, como detallaremos en su momento, decidimos ampliar la superficie de sondeo en los marcados con los números 1 y 3, condicionados por la imposibilidad de iniciar la excavación en extensión en el primer caso, y por las características de los hallazgos en ambos.   

            Exponemos a continuación los resultados de cada uno de estos sondeos:

Sondeo 1:

            Se traza en el testero Sur de la edificación derruida, aprovechando para dos de los lados el ángulo formado por sendos restos de muros, que presentan un alzado superior al metro, por la diferencia de cota entre una pequeña plaza lateral al antiguo cine y el nivel al que los trabajos de derribo han dejado el interior de éste: -0,41 metros.

            Bajo un primer estrato de escombros y tierra de una potencia aproximada de 0,70 metros, se localiza un pavimento de losas de barro dispuestas en ‘espiga’. Ante la imposibilidad de iniciar la excavación en extensión de toda la superficie del antiguo cine, porque se está realizando el apuntalamiento del testero Oeste que se va a integrar a la nueva construcción, se opta por ampliar el sondeo en dirección Oeste y Norte, quedando el cuadro delimitado por las paredes de uno de los habitáculos laterales del cine.

            En la excavación de este espacio se localizan varios enterramientos infantiles en la vertical de los muros Sur, Este y Oeste, a cotas entre los -1,78 metros y -1,80 metros. Se trata de inhumaciones simples realizadas cuando la iglesia del convento ya se encontraba arruinada, pues los cuerpos se depositan sobre restos desplomados de la techumbre del templo caídos sobre la solería (trozos de ladrillos de barro y tejas), delimitados en algún caso por piedras de mediano tamaño y cascotes de ladrillos y tejas. La fecha de todos estos enterramientos está entre el abandono de la iglesia y su conversión en teatro. Para la primera podemos barajar el año 1811, en el que sabemos que las tropas napoleónicas ordenan su desmantelamiento para aprovechar los materiales en la reconstrucción del castillo, o los años treinta del mismo siglo XIX en que se produce la exclaustración de los frailes del convento de San Francisco de Asís, al que pertenecía el templo; mientras que la fecha límite vendría marcada por la construcción del teatro aprovechando en parte los restos conservados de la iglesia, en el año 1851. Son por tanto inhumaciones que podríamos catalogar como clandestinas, pues para estos momentos ya está en uso el cementerio de la ciudad, por lo que correspondería a familias sin recursos o a cualquier otra causa que conlleva el no hacer oficial dichas muertes. No obstante, es posible que se elija el lugar porque se mantiene la memoria de espacio sagrado.

            La excavación de este sondeo ampliado, permite dejar al descubierto parcialmente un espacio que en origen formó parte de las dependencias de la iglesia, posiblemente la sacristía o una capilla lateral. Aunque muy deteriorado el pavimento, se aprecia su disposición a dos niveles y la conservación de algunos elementos como restos de un cancel de hierro y piezas de azulejería formando una banda decorativa por todo el perímetro bajo del muro.

Inhumación infantil. Siglo XIX.

 

 

 

Alizar y azulejos. Decoración de la iglesia. Siglo XVII.

 

Sondeo 2:

 

            Se localiza éste en el ángulo Sureste de lo que fue ante-sala del patio de butacas del cine. Se mantienen las medidas de 2x2 metros previstas en el proyecto de la intervención arqueológica, situándose la superficie inicial de excavación a -0,99 metros.

            Bajo una capa de tierra oscura con presencia de algunos fragmentos cerámicos contemporáneos, se excava un estrato de escasa potencia de tierra clara compacta, donde se recogen escasos fragmentos de cerámicas comunes de cronología romana, y bajo esta capa diversas losas de piedra arenisca dispuestas horizontalmente. Dichas losas se corresponden con un grupo de cuatro enterramientos de inhumación en cistas. Se levanta la tapa de una de ellas para corroborarlo, hallándose restos óseos infantiles, alcanzándose el terreno geológico a -2,35 metros.

            Al tratarse de un sondeo limitado, que no ha dejado al descubierto del todo las estructuras funerarias, decidimos abordar su excavación cuando en el proceso general de la intervención en extensión se llegue a esta zona y unidad estratigráfica, y proceder a la excavación del interior de cada una de ellas.

 

Sondeo 3:

 

            Con el objeto de conocer la cimentación del paramento Oeste que se va a conservar para su integración en la nueva edificación (que se corresponde con la cabecera de la anterior iglesia franciscana, en la que se localizaba el altar mayor, compuesto por un gran ábside con bóveda de medio punto embutido en una estructura cuadrangular saliente), a la vez que obtener datos sobre el potencial arqueológico del perímetro externo inmediato al área de actuación, se plantea un cuadro de 2x2 metros en el trasdós del ábside, en concreto en su vértice Suroeste (nos encontramos limitados por los trabajos de apuntalamiento que se estaban efectuando en este paramento).

            Iniciada la excavación en la cota -0,18 metros (solera de hormigón del patio del recreo del colegio contiguo), a 30 centímetros de la superficie se localiza, partiendo del ángulo del ábside y a todo lo largo del lado Norte, un muro formado por piedras de mediano tamaño, anchura de +80 centímetros y enlucido de cal en su cara Sur. Al limitar esta estructura la superficie de excavación del sondeo, se decide ampliar las dimensiones de éste 1 metro hacia el Sur.

           

La excavación de este sondeo ha deparado los siguientes niveles:

1. Solera de hormigón.

2. Tierra amarilla, preparación nivel 1.

3. Tierra parda con restos de carbón y algunos fragmentos cerámicos contemporáneos.

4. Pequeña capa de tierra blanco/amarillenta poco compacta. Vertido de cal que sella las inhumaciones del nivel 5.

5. Igual a nivel 3, pero con más fragmentos cerámicos contemporáneos, restos óseos humanos.

6. Igual a nivel 4. Sella inhumaciones del nivel 8.

7. Capa de tierra con abundantes piedras sueltas de mediano y pequeño tamaño.

8. Nivel de inhumaciones, con localización de diversos enterramientos en fosa común, tanto infantiles como de adultos. Uno de estos últimos presentaba un proyectil cilíndrico de plomo en el espacio intercostal, lo que unido al hallazgo de botones metálicos pertenecientes probablemente a uniformes militares (uno de ellos claramente perteneciente a un uniforme del ejército napoleónico), hace plantear que dicha fosa sea producto de un hecho de guerra, si bien las inhumaciones de niños de escasos meses no parecen concordar con esta posibilidad. Por tanto, podemos fecharlos entre los años 1810 a 1812, coincidiendo con la presencia de las tropas francesas en la ciudad.

            El muro descubierto en el perfil Norte se prolonga hasta la base del sondeo, apoyando sobre muro de fábrica sensiblemente diferente asociado a otro transversal que discurre por el perfil Oeste, que cimentan a su vez sobre el terreno geológico, que se alcanza a los -2,35 metros.

Botones y cruz asociados a los enterramientos

 

Olla de cuatro asas. Siglo XIX

 

 

Fosa común con varios enterramientos. Siglo XIX

 

EXCAVACIÓN SISTEMÁTICA EN EXTENSIÓN:

Partimos de toda la información obtenida en la fase de estudio de antecedentes, y principalmente de los resultados de los sondeos estratigráficos previos.

La excavación en extensión sigue la misma metodología descrita para los sondeos, aplicándose de manera unitaria a toda la superficie de la parcela: se realiza por niveles o unidades estratigráficas, registrándose los distintos depósitos de materiales, estructuras y fases de uso y abandono de los distintos momentos.

            La eliminación de la capa superficial de escombros producida por el derribo de las paredes Norte, Sur y Este de la edificación preexistente, nos permiten identificar en toda su longitud una serie de restos de muros y cimentaciones. Con el conocimiento que del lugar nos han aportado las fuentes documentales y los sondeos previos realizados, así como con un primer estudio de las fábricas de estas estructuras, establecemos la cronología de dichos muros, existiendo, a grandes rasgos, dos momentos constructivos claramente diferenciados una vez analizados los restos conservados (a excepción de diversas reformas y añadidos del siglo XX, desmantelados casi totalmente con el derribo):

 

Ø  Siglo XVII: planta de la iglesia construida entre 1625 y 1651, que formó parte del convento de San Francisco de Asís. Se compone de una nave y dos habitaciones anexas comunicadas en el lado Sur.

Ø  Siglo XIX: ampliación efectuada en 1851 para convertir el templo franciscano en teatro. Consistió en la eliminación del muro Sur para ensanchar por este lado lo que sería patio de butacas; estructuras de soporte del escenario frente al altar mayor de la iglesia y construcción de muro transversal cercano a los pies de la antigua iglesia para crear una antesala entre la entrada principal y la zona de espectáculo.

 

Vestigios de los soportes del escenario del teatro del siglo XIX.

 

            Aclarados estos aspectos, para abordar la excavación en extensión de manera coherente y por fases sucesivas, dividimos el espacio objeto de esta intervención en tres sectores, subdivididos a su vez en diferentes zonas, que aportaron los resultados siguientes:

 

Sector 1, Zona 1: nave de la iglesia del siglo XVII:

            Comprende el ábside y buena parte de la nave de la iglesia, cortada por el Este por un muro del teatro del siglo XIX. En la zona del ábside y espacio inmediato no se interviene por hallarse apuntalado; bajo éste sí se descubre el acceso a la posible cripta subterránea del templo, que se halla colmatada.

            Por delante de esta cabecera se localizan diversas estructuras circulares y muros de fábricas poco cuidadas, que interpretamos como restos del soporte del escenario del teatro.

            Restos de pilastras adosadas a los muros conservados de la iglesia, pueden estar indicando la existencia de dos arcos como sustentos de la cubierta (de vigas, ladrillos de barro y tejas).

            La estratigrafía pone de manifiesto que la superficie del teatro se elevó algo menos de un metro con respecto a la solería de la iglesia, de la que tan sólo se encuentran vestigios puntuales en esta zona, colmatándose este espacio con tierra y escombros, no aportando la excavación de este espacio restos materiales significativos, a excepción de un sillar marmóreo con espacio tallado rehundido para insertar cartela (frecuente en los enterramientos romanos), descontextualizado, en el ángulo Sureste de esta zona.

            Indicar también el hallazgo de algunos restos óseos humanos sueltos.

            Se identifican remociones del terreno realizadas en época contemporánea cercana (conversión del cine en almacén municipal, años noventa del siglo XX).

Espacio diáfano de la nave de la iglesia; al fondo la entrada clausurada por la construcción del teatro en el siglo XIX.

 

Área de entrada de la iglesia. Siglo XVII.

Sector 1, Zona 2: área de entrada de la iglesia del siglo XVII:

            La secuencia estratigráfica es similar a la descrita anteriormente. La solería del templo ha desaparecido casi en su totalidad.

            Hallazgo de dos inhumaciones en fosa simple de adultos en el lateral Este, uno con la disposición anatómica completa y otro parcial; restos óseos infantiles en el ángulo Noroeste, contándose restos óseos de hasta siete individuos neonatos o de corta edad. Se les atribuye una cronología comprendida en la primera mitad del siglo XIX.

            Un hallazgo significativo es el de la entrada del templo franciscano, situada a 1 metro por debajo de la cota de la plaza actual. Consta de dos jambas de ladrillos toscos macizos que se ensanchan hacia el interior, conservándose los goznes de las puertas y dos escalones de bajada a la nave, también con fábrica de ladrillos. Al exterior la fachada presenta un enlucido de cal con pintura ocre, con finas líneas negras simulando falsa sillería.

 

Sector 2, Zona 1: probable espacio utilizado como sacristía:

            Con una colmatación igualmente de escombros y tierra poco compacta de +1 metro de potencia, forma una habitación rectangular cortada por el alzado de un muro transversal (fachada lateral del teatro). Conserva toda la solería de ladrillos toscos dispuestos en espiga, con huella de haber contado con un fino tabique divisorio.

            Se localizan enterramientos infantiles en la vertical de las paredes Oeste, Sur y Este.

 

Sector 2, Zona 2: probable espacio utilizado como sacristía y/o capilla lateral:

          Es donde se realizó el Sondeo 1. Cuenta con una puerta que comunica este espacio con la habitación de la Zona 1. Presenta la solería en peor estado de conservación, y restos de elementos decorativos de azulejería bícroma (dibujo azul sobre fondo blanco) del zócalo de la iglesia y vestigios de haber contado con una cancela de hierro que dividía en dos este espacio.

          Ya se ha comentado el hallazgo de diversas inhumaciones infantiles individuales en la vertical de los muros Oeste, Sur y Este.

 

Sector 3, Zona 1: espacio urbano (exterior del teatro):

          Se trata de espacio urbano anexo a la fachada lateral Sur del teatro.

          Presenta una gruesa capa o nivel de tierra oscura con algunos vestigios cerámicos contemporáneos, discurriendo a media altura, de Este a Oeste, una tubería de drenaje formada por tubos de cemento.

          Por debajo se excavan diversas unidades estratigráficas y estructuras de cronología romana, con materiales asociados que aportan una amplia cronología (Alto y Bajo Imperio). Podemos identificar dos pequeñas superficies de pavimento de opus signinum, una canalización de agua con paredes de mampostería y canal de tégulas, diversos muros a nivel de cimentación y dos enterramientos en cista, uno infantil y otro de adulto (además de vestigios de otra en un estado de conservación bastante precario, y una más que se aprecia en el perfil Sur, aprovechando el hueco de la canalización). La ampliación de la zona de excavación hacia el Sur nos permite excavar la inhumación situada dentro de la canalización, correspondiente a un adulto; así como tres enterramientos más, también romanos, con diferente grado de conservación motivado por remociones contemporáneas.

Las inhumaciones hemos podido datarlas en el siglo IV d.C. (por una moneda encontrada en el interior de la tumba del adulto situada junto a la infantil), mientras que las restantes estructuras enumeradas pertenecerían a lugares de habitación de momentos anteriores en los que estos espacios formaron parte del núcleo urbano de la ciudad romana; destacar la presencia de gran cantidad de fragmentos de estucos con pintura mural no figurativa, rescatados en el nivel de colmatación romano, especialmente en la mitad Este de esta zona.

         

Fragmentos de pintura mural romana.                                                  Pesas de telar romanas.

 

Sector 3, Zona 2: ampliación del teatro:

          En ésta detectamos, aunque muy desdibujado por remociones moderno-contemporáneas y la cimentación de muros del teatro, la continuación de la canalización romana, orientada en dirección Noroeste-Sureste.

 

Sector 3, Zona 3: ampliación del teatro (antesala de entrada):

            En buena parte coincide con el Sondeo 2, la excavación de esta zona acotada por muro de la iglesia al Norte y de la ampliación del teatro al Sur, Este y Oeste, ha dado como resultado el hallazgo de un grupo de cuatro enterramientos en cista romanos, que también situamos en el siglo IV, cuando ya esta parte del núcleo urbano de Asido Caesarina ha sido abandonada como zona de hábitat, pasando a ser utilizada como necrópolis.     

 

Tumba infantil romana, del siglo IV, antes de su apertura.

     Otro de los enterramientos romanos. Siglo IV.

            Los que identificamos con los números 1, 2 y 3 son infantiles con orientación Este-Oeste, parcialmente destruidos en el extremo Este por la cimentación de la fachada del teatro. El número 4 se halla completo, sólo alterado mínimamente por la cimentación de un pilar de hormigón correspondiente a reformas realizadas en el cine, tratándose de un enterramiento de adulto (probablemente joven).

            En los tres primeros casos apenas se conserva algún resto óseo, mientras en el cuarto se aprecia toda la disposición anatómica, dispuesto ligeramente inclinado hacia la derecha, los brazos extendidos y ambas manos entre las piernas, si bien con un grado de descalcificación importante.

          En ningún caso se entierran con ajuar, lo que estaría indicando el cambio de ritual, provocado posiblemente por la introducción del cristianismo en estas tierras.

CONCLUSIONES:

            La intervención arqueológica desarrollada en el solar del futuro Teatro Dr. Thebussem, cuyos resultados hemos expuesto anteriormente, unido a la investigación previa de documentación archivística, bibliográfica y gráfica que también hemos plasmado en estas páginas, nos permiten establecer, en mayor o menor medida y según las épocas, la ocupación histórica del lugar desde el período romano hasta nuestros días. Expondremos a continuación esta evolución, teniendo como base los hallazgos arqueológicos y su interpretación, matizando esta información con los datos aportados por las fuentes escritas que hemos podido recopilar:

A/ Época Alto Imperial Romana: los vestigios se localizan en el Sector 3, limitándose a restos de estructuras constructivas en muy mal estado de conservación (dos superficies de un pavimento de opus signinum en la Zona 1 y partes de muros de mampuestos con escaso alzado en Zona 1 y 3); una canalización con paredes de mampostería y canal formado por tégulas dispuestas en su base, de las que se conservan algunas in situ, que discurre por la Zona 1 y 2, que hacia el Norte fue desmotada por la construcción de la iglesia en el siglo XVII y hacia el Sur continúa bajo el pavimento de la plaza; diversos fragmentos cerámicos, de los que destacan algunos pequeños de terra sigillata y de lucernas, detectándose algún otro de campaniense y con decoración a bandas pintadas que podríamos retrotraer al cambio de era; por último, en la parte oriental de la Zona 1 se rescatan abundantes trozos de estucos o enlucidos de pared pintados, con colores lisos y a bandas, sin que se halla detectado elementos figurativos ni florales, que formaron parte de la decoración de alguna edificación romana situada en el lugar o su entorno inmediato.

            Todos estos elementos estarían indicando que estos terrenos estaban dentro del entramado urbano de la ciudad romana Asido Caesarina entre finales de la República y hasta aproximadamente el siglo III d.C. (en consonancia con la evolución urbana determinada para otras zonas de la población). Pero nada de lo que en 1541 viese Barrantes Maldonado: “…grandisimos edificios debaxo de tierra, muchos alcaçares, de murallas de casa, de argamasa é de grandes piedras de canteria é de muchas piedras de jaspe é de marmol escritas de romanos… en todo el canpo que está a la redonda… de Santisidro,…”. Ni por supuesto se han localizado los “despojos” del famoso templo de Hércules que aparecieron al hacer los cimientos de iglesia y convento de los franciscanos, que Martínez recoge en su libro, diciendo “que está fundado en mucha parte sobre arcos firmísimos, antiquísimos y subterráneos, que entonces se descubrieron…De ella son vestigios, no solamente los monumentos subterráneos ya expresados, sino también las enormes columnas que se hallaron posteriormente abriendo cimientos para la capilla de los terceros del ya citado Convento de San Francisco. Sabemos por noticias de los mismos que se hallaron en esta obra, haberse descubierto tremendas columnas de mármol y de jaspe, y que no pudiendo sacarlas por su peso y por las grandes excavaciones necesarias é impracticables por las crecidas expensas y cortos recursos, las dejaron sepultadas por cimientos: extrajeron siete de las más pequeñas, que están colocadas en la plaza de la Iglesia mayor, las que según la tradición de este pueblo, fueron halladas en el citado lugar y pertenecieron al famoso templo…”.

            No obstante, los escasos vestigios constructivos localizados en esta intervención, las grandes columnas de la Plaza de la Iglesia Mayor, la cisterna excavada en la cercana C/ San Isidro, el hallazgo de un togado en los años cincuenta del siglo XX en la plaza cercana y las noticias que nos aportan los albañiles que trabajaron en la construcción del colegio contiguo, dan verosimilitud a la tradición de una gran edificación en esta zona que recoge la historiografía tradicional, pudiendo estar aún oculta bajo el terreno ocupado por el colegio contiguo.

B/ Época Bajo Imperial Romana: En esta etapa de la Antigüedad Tardía enmarcamos los enterramientos en cistas localizados en la Zona 1 y 3 del Sector 3, a los que habría que unir el sarcófago con decoración de thiasos marino que se fecha al inicio del siglo III, y que permaneció en la sacristía de la iglesia franciscana hasta el siglo XVIII. Desde mediados del siglo III d.C., aproximadamente, el perímetro urbano romano se estaría reduciendo, restringiéndose progresivamente a la zona más elevada del Cerro; y los terrenos que nos ocupan, por encontrarse en el borde de dicho perímetro, pudieron haber sido unos de los primeros en ver amortizadas sus edificaciones, pasando a ser utilizados como necrópolis.

            La ausencia de ajuar en las tumbas, a excepción de una pequeña moneda fechable en el siglo IV d.C. en la marcada con el número 5 (reminiscencia del tributo que los muertos debían pagar al barquero Caronte, para cruzar el río Leteo), nos estaría indicando un cambio en el ritual funerario motivado por la introducción del cristianismo en la Betica, que hizo que se fuese abandonando la antigua costumbre pagana de depositar junto al difunto algunas de sus pertenencias o elementos simbólicos como acompañamiento en el tránsito a la otra vida (la moneda ya mencionada, o la lucerna que ilumine su camino al más allá).

C/ Siglo XVI: Como recoge Barrantes, el lugar es un campo donde se ven aflorar ruinas antiguas, tan sólo se erige una pequeña ermita con la advocación de San Isidro y la Vera Cruz, de la que no hemos detectado ningún vestigio.

D/ Siglo XVII-1811: En 1620 se asienta una comunidad de Franciscanos Descalzos, que labran convento y, entre 1625 y 1651, construyen una iglesia en parte del solar que ocupara la ermita de San Isidro. Para la construcción del templo, según hemos podido comprobar en nuestra intervención arqueológica, realizan el rebaje del suelo hasta alcanzar el terreno geológico, partiendo de ahí las cimentaciones y niveles de suelos, por lo que cualquier vestigio anterior es desmantelado. De hecho, las estructuras constructivas y tumbas romanas localizadas se encuentran fuera del recinto de lo que fue iglesia, y a una cota sensiblemente superior a la del pavimento de aquella.

E/ 1811-1851: La ocupación de Medina Sidonia por las tropas napoleónicas desde 1810 a 1812 para contribuir al cerco de la Isla de León y de Cádiz, traería consigo, entre otros, la destrucción parcial de la iglesia del convento franciscano, utilizándose sus materiales en reforzar las defensas del castillo, en donde se encontraban acuarteladas buena parte de las tropas francesas. No hay noticias de que tras su retirada se reconstruyese el templo, si bien la degradación del mismo se haría mayor a partir de la exclaustración de los frailes en la primera desamortización realizada bajo el reinado de Isabel II, quedando abandonado y en ruinas, como sí consta que estaba en 1851.

F/ 1851-1909: A mediados del siglo XIX, por iniciativa de una sociedad y tras ceder los terrenos el Ayuntamiento, se construye un teatro aprovechando las partes de la iglesia que aún se mantenían en pie. Para dar más capacidad al edificio de espectáculos se amplía lo que fuera nave del templo en dirección Sur, alterando niveles romanos que no lo habían sido en el siglo XVII. El pavimento del nuevo edificio se alza cerca de un metro con respecto al de la iglesia, dejando por ello soterrada la entrada de ésta, y conservándose bajo los escombros los enterramientos, especialmente infantiles, de la primera mitad del XIX.

G/ 1909: Para este año, nos informa el Doctor Thebussem que el teatro se encuentra cerrado y en ruinas.

H/…-2005: Tenemos constancia de que en los años treinta, al menos, estaba el teatro en uso. En los años setenta del siglo XX se realizó una profunda reforma del interior del mismo, eliminándose los palcos y gallinero y convirtiéndolo en una sala de proyecciones, con localidades sólo en el patio de butacas. Con este uso permanece hasta los años ochenta del mismo siglo, en que se convierte, sin modificaciones sustanciales, en almacén municipal, hasta que es derruido en septiembre de 2005 (a excepción de lo que fuera cabecera de la iglesia).

            Finalizados los trabajos de excavación, se decide por las autoridades competentes no conservar ningún resto estructural exhumado in situ, iniciándose la construcción del nuevo teatro. No obstante, se realiza el control de desmonte de las estructuras constructivas de la iglesia y cine existentes y la excavación de las cimentaciones de la nueva edificación, sin que se localicen más vestigios.

            Todavía resta por excavar la cripta de la antigua iglesia franciscana, actuación que no se puede acometer hasta que, prácticamente, no se concluya la nueva obra y con ello no quede perfectamente consolidado el testero de cabecera del templo, bajo el cual se encuentra este espacio.

 

Acceso a la cripta de la iglesia.

 

 



[1] Arqueólogos, directores de la intervención arqueológica.

[2] Pedro Barrantes Maldonado (1541): “Ilustraciones de la Casa de Niebla”, en Memorial Histórico Español (1857), Madrid, p. 221 (el subrayado es nuestro, haciendo notar que con anterioridad a la construcción del convento e iglesia de San Francisco, en este solar se ubicó la ermita de la Veracruz y San Isidro –de S. Isidoro dice Martínez y Delgado en su Historia de la ciudad que también citamos-).

[3] Francisco Martínez y Delgado (1875): Historia de la ciudad de Medina Sidonia, Cádiz.

 

[4] En su estudio titulado “El uso del sarcófago en la Bética durante los siglos II-III d.C.”, incluido en José Miguel Noguera Celdrán y Elena Conde Guerri –editores- (2001): El sarcófago romano. Contribuciones al estudio de su tipología, iconografía y centros de producción, Universidad de Murcia, p. 95

[5] “Recuperación de diversos fragmentos del desaparecido sarcófago romano de la colección del Marqués de la Cañada”,  Revista de Historia  de Jerez, nº 6, año 2000, pp.85-97

[6] Marcos Ramos Romero (1981): Medina Sidonia. Arte, Historia y Urbanismo. Cádiz, p. 350.

 


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