GALERIAS
SUBTERRÁNEAS
EN
MEDINA SIDONIA
Desde muy joven
siempre había oído decir, y además me aseguraban, que nuestra ciudad estaba atravesada por una
intrincada red de galerías y pasadizos subterráneos que comunicaban el castillo
con distintas zonas de la población, sirviendo como medio de defensa o huida
ante posibles ataques.
El vicario Martínez y Delgado en su Historia de la Ciudad de Medina Sidonia publicada
en 1875 dice expresamente: “Los varios
conductos subterráneos, altos,
y espaciosos que atraviesan esta ciudad, y de los cuales algunos son
transitables...” [1]
Barrantes Maldonado visita
la ciudad acompañando al duque en 1541 y en su libro Ilustraciones de la Casa de Niebla dice: “ Ansimismo en esta cibdad de Medina
se veen hoy grandísimos edificios debaxo
de tierra...”[2]
Marcos Ramos Romero en su
libro Medina Sidonia. Arte, Historia, y
Urbanismo, publicado en 1981, nos dice: “Se conocía el conducto subterráneo que de la fuente Salada se dirige al
cerro del Castillo y algún que otro trozo de cloaca de cantería romana, pero
fue en 1969, al descubrirse las importantes galerías de la calle Ortega, cuando
la curiosidad y desinteresada iniciativa del grupo G.A.D.E. (Grupo Asidonense de Exploraciones) puso de
manifiesto la realidad de los “varios conductos subterráneos, altos y
espaciosos...”[3].
Las conocidas como “cloacas romanas” son uno de los lugares más visitados hoy
por quienes vienen a conocer nuestra ciudad.
Se tiene constancia también
de la galería de unos 150 m. que desde la Zapata se dirige hacia la Alameda,
atravesando el Ayuntamiento en dirección a la calle Arrieros.
La información
proporcionada por estos textos, confirmada por las excavaciones arqueológicas llevadas a cabo
por Salvador Montañés Caballero, nos permite afirmar que bajo el suelo de Medina Sidonia, y esperando
ser descubiertos, existen grandes espacios subterráneos: sótanos, cloacas,
galerías, cisternas, aljibes, pozos, quizá el famoso templo de Hércules...
El 17 de noviembre de 1991
nuevamente el grupo G.A.D.E., en esta ocasión formado por los hermanos Javier y
Alfonso Carrasco Sánchez, Santi y Fequín Barrios Macías,
Manuel Domínguez Ortiz (q.e.p.d.), Manuel Leal Reyes, Francisco Guerra Arriba y
el que suscribe, localizó unas galerías subterráneas de conducción de aguas en
el cruce formado por las avenidas de Andalucía, Las Cortes y Puerta de Jerez, justo en
el huerto que está encima de la antigua fuente de La Alcubilla.
Las primeras
noticias escritas que aparecen sobre estas conducciones aparecen en el libro
citado de nuestro querido y admirado Marcos Ramos Romero. Aquí nos decía refiriéndose a La Alcubilla: “Era cueva a la que se bajaba y cuyo
manantial venía del cerro del Cristo de la Sangre, pudiéndose seguir fácilmente
su acueducto subterráneo hasta que fue tapiada y puestos unos grifos al
exterior allá por 1940”.
Los hermanos
Santi y Fequín Barrios Macías nos revelaron que en el
huerto anteriormente mencionado habían localizado la entrada a un pozo debajo
de unos árboles, entrada que se encontraba a nivel de suelo, “semienterrada”
y oculta por numerosas ramas de higueras.
Como
ignorábamos qué podíamos encontrar allí dentro, lo primero que hicimos fue
introducir una cámara de vídeo en el interior para
comprobar adónde conducía y de qué se trataba en realidad. Después de
visualizar las imágenes con gran expectación y nerviosismo, la sorpresa fue
mayúscula al verificar que, en los laterales y tapadas por infinidad de raíces,
se adivinaban dos entradas, una con dirección a la fuente de La Alcubilla y
otra hacia la ermita del Cristo de la Sangre.
Después de
limpiar la entrada, que estaba totalmente obstruida por grandes raíces,
descendimos por el pozo, cuyo diámetro es de 40 x
42 cm y que tiene 6 metros y medio de
profundidad. Una vez abajo
nos impresionó el espectáculo originado por la gran maraña de raíces (grandes y
gruesas, finas y largas, más pequeñas...) que se entrecruzaban formando espesas
cortinas que nos impedían el paso.
Esta primera
galería se encuentra en un magnífico estado de conservación, construida
totalmente en piedra y tiene bóveda de cañón y suelo de media caña en algunos
tramos; posee una longitud de 42 metros, 1,70 m. de alto y una anchura de 45
cm. Se encontraba parcialmente llena de agua, con una profundidad en algunas
zonas de 50 cm. Este encauzamiento se estaba usando hasta hacía poco tiempo
para abastecer la antigua fuente de La Alcubilla, hoy desaparecida. El agua que
discurre por la galería es una atracción muy fuerte para las raíces que la buscan
incesantemente por muy profunda que se encuentre.
Explorando este
tramo y buscando el origen del agua, nos adentramos cada vez más en las
profundidades del cerro del Cristo y observamos cómo iban desapareciendo las
raíces a la vez que penetrábamos. Al final del recorrido llegamos al nacimiento
del manantial y contemplamos el espectáculo formado por una gran cantidad de
estalactitas y estalagmitas
modeladas por las filtraciones del agua al caer.
Una vez limpio
este pasadizo, efectuadas algunas mediciones y recorridos sus 42 metros,
observamos en uno de sus laterales un muro de ladrillos toscos ajeno a la
construcción originaria. No lo pensamos y decidimos comprobar qué había detrás;
al ser derribado nos llevamos una gran sorpresa al ver la entrada a una nueva
galería que presentaba las mismas características que la anterior,
encontrándose ésta sin embargo totalmente seca.
Este nuevo tramo de galería
discurre paralelo a la Avenida de Andalucía y con dirección al Caminillo Chico.
Tras
recorrer 33 m. en la vertical, vimos la entrada de un rayo de luz; se trataba
de una nueva entrada más estrecha que la primera y situada justo antes de un
desplome de las paredes que nos impidió seguir. Encima mismo de esta nueva
entrada o respiradero (“lumbrera”) se construyó en la superficie un brocal de
pozo que permitía aprovechar el agua almacenada en la galería cerrada.
Con respecto a los
respiraderos o lumbreras escribe Carlos Fernández Casado en Ingeniería Hidráulica Romana:
“En las galerías visitables se disponían lumbreras o registros (spiramen) para
aireación de las mismas…, la inspección
o limpieza, las cuales eran también útiles previamente durante la construcción
para extracción de los materiales de excavación e introducción de los
correspondientes al revestimiento”.[4]
La construcción
del brocal, el pozo y el muro de ladrillos que taponaba la entrada es de época
reciente. La función del muro debía de ser la de cerrar el espacio para poder
acumular gran cantidad de agua, que luego sería extraída mediante una bomba manual que encontramos
en el mismo pozo.
Después de
retirar las piedras del desplome, al recorrer los últimos 37 m., observamos como
las paredes en algunas zonas estaban “hinchadas”, por lo que el paso fue muy
dificultoso, hasta el extremo de que alguno de los miembros del grupo no pudieron pasar. Al final tropezamos con un nuevo hundimiento,
en este caso los restos del techo nos impidieron definitivamente continuar, por
no disponer de los medios necesarios.
En esta zona se
puede apreciar perfectamente como edificaron las galerías y todavía se pueden
ver con claridad las huellas de las herramientas utilizadas por los obreros al
picar las paredes.
Pensamos que este
último hundimiento fue causado por movimientos de tierras debidos a las
grandes lluvias que se produjeron en Medina Sidonia en los años 1962-1963. Me
viene a la memoria como algo muy difuso la imagen del comienzo de la carretera de
Jerez, hoy Avda. de Andalucía, hundido por la mitad, justo en paralelo a las
galerías de las que vengo hablando.
Las medidas de esta segunda galería son 70 m. de
longitud, 1,60
m. de altura, 40 cm. de ancho a nivel del arranque de bóveda y 30 cm. en la
base. Es muy importante resaltar algunos detalles de esta construcción como son
su trazado, muy sinuoso y con una curva de 160 grados en su parte final; y la
construcción en doble altura que presenta la última sección.
¿Galerías romanas o árabes?
No encontramos
restos de material alguno que pudiera ayudarnos a conocer cuál es la época de
su construcción; nuestra primera impresión al verlas fue considerarlas romanas:
suelo de media caña, bóveda de cañón, arcos de medio punto y grandes
sillares en su construcción. Su gran parecido con las cloacas romanas de la
calle Ortega y la gran cantidad de restos de esta época que afloran en nuestra
ciudad, nos llevaron a esta conclusión.
El vicario
Martínez refiriéndose a los conductos subterráneos dice: “Manifiestan bastante connotación y semejanza
con otras obras de esta idea, que eran frecuentes en las colonias de esta
laboriosa y curiosa nación (Roma)”.
De todas formas no descarto
la hipótesis de que fueran los árabes, grandes conocedores de las técnicas de
regadío de superficie y subterráneo, los responsables de su construcción o
reutilización. Este tipo de edificación puede ser la denominada qanat[5],
que consiste en un sistema de galerías subterráneas de drenaje que recoge las
aguas de los acuíferos de laderas y las conduce desde grandes profundidades
hasta pocos metros del nivel de la superficie. Podría considerarse que se tratara
de una estructura de ingeniería hidráulica destinada al uso agropecuario, esta agua sería
utilizada para regar las huertas que existieron por toda esta zona. El agua de La Alcubilla, a pesar ser dulce, no tiene la calidad de la
que brota en las demás fuentes que existen en Medina y, seguramente, ya los
romanos la desecharon para consumo humano. Eran éstos muy exigentes con la
pureza del agua destinada a este fin; buscaban la de mayor potabilidad,
entendiendo con ello la que en origen era la más clara, la más fría, la captada
a mayor altura y la de mejor sabor.
Hasta que una intervención arqueológica y un estudio detallado de personal capacitado muestren resultados, dejemos en el aire las hipótesis sobre los autores de esta magnífica obra. Sus características y estado de conservación me hacen pensar en la importancia de nuestro descubrimiento que, sin duda, una vez investigado y puesto en valor, enriquecerá el importante patrimonio asidonense. Los arqueólogos tienen la palabra... Nuestra intención y deseo al darlo a conocer no ha sido otro que interesar a nuestros conciudadanos en nuestra historia y en los estudios que se realizan para sacarla a la luz, y al mismo tiempo potenciar la idea de que hay que sentirse orgulloso de haber nacido en este lugar tan privilegiado..., Medina Sidonia.
[1] Martínez y Delgado, Francisco, Historia de la Ciudad de Medina Sidonia, Cádiz, Imprenta y
Litografía de la Revista Médica, 1875, pág. 42.
[2] Barrantes Madonado, Pedro,
Ilustraciones de la Casa de Niebla,
Cádiz, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cádiz – Ayuntamiento de
Sanlúcar de Barrameda, 1998, pág. 330.
[3] Ramos Romero, Marcos, Medina Sidonia. Arte, Historia y Urbanismo, Cádiz, Excma. Diputación Provincial de Cádiz, 1981, pág. 346.
[4] Fernández Casado, Carlos, Ingeniería Hidráulica Romana, Madrid, Colegio de Ingenieros de
Caminos, Canales y Puertos, 1983, pág. 293.
[5] Abderralunan, Jah y López, Margarita, “Al-Ándalus, una cultura del agua”,
www.libreria-mundoarabe.com/Boletines/n%BA39%20Jun.06/CulturaAgua.html.
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