GALERIAS SUBTERRÁNEAS

EN MEDINA SIDONIA

 

Antonio Orellana Berrocal

 

Desde muy joven siempre había oído decir, y además  me aseguraban, que nuestra ciudad estaba atravesada por una intrincada red de galerías y pasadizos subterráneos que comunicaban el castillo con distintas zonas de la población, sirviendo como medio de defensa o huida ante posibles ataques.

 

 

El vicario Martínez y Delgado en su Historia de la Ciudad de Medina Sidonia publicada en 1875 dice expresamente: “Los varios conductos subterráneos, altos, y espaciosos que atraviesan esta ciudad, y de los cuales algunos son transitables...” [1]

Barrantes Maldonado visita la ciudad acompañando al duque en 1541 y  en su libro Ilustraciones de la Casa de Niebla dice: “ Ansimismo en esta  cibdad de Medina se veen hoy grandísimos edificios debaxo de tierra...”[2]

Marcos Ramos Romero en su libro Medina Sidonia. Arte, Historia, y Urbanismo, publicado en 1981, nos dice: “Se conocía el conducto subterráneo que de la fuente Salada se dirige al cerro del Castillo y algún que otro trozo de cloaca de cantería romana, pero fue en 1969, al descubrirse las importantes galerías de la calle Ortega, cuando la curiosidad y desinteresada iniciativa del grupo  G.A.D.E.  (Grupo Asidonense de Exploraciones)  puso de manifiesto la realidad de los “varios conductos subterráneos, altos y espaciosos...”[3]. Las conocidas como “cloacas romanas” son uno de los lugares más visitados hoy por quienes vienen a conocer nuestra ciudad.

 

Se tiene constancia también de la galería de unos 150 m. que desde la Zapata se dirige hacia la Alameda, atravesando el Ayuntamiento en dirección a la calle Arrieros.

La información proporcionada por estos textos, confirmada por las  excavaciones arqueológicas llevadas a cabo por Salvador Montañés Caballero, nos permite afirmar que  bajo el suelo de Medina Sidonia, y esperando ser descubiertos, existen grandes espacios subterráneos: sótanos, cloacas, galerías, cisternas, aljibes, pozos, quizá el famoso templo de Hércules...

El 17 de noviembre de 1991 nuevamente el grupo G.A.D.E., en esta ocasión formado por los hermanos Javier y Alfonso Carrasco Sánchez, Santi y Fequín Barrios Macías, Manuel Domínguez Ortiz (q.e.p.d.), Manuel Leal Reyes, Francisco Guerra Arriba y el que suscribe, localizó unas galerías subterráneas de conducción de aguas en el cruce formado por las avenidas de Andalucía,  Las Cortes y Puerta de Jerez, justo en el huerto que está encima de la antigua fuente de La Alcubilla.

Las primeras noticias escritas que aparecen sobre estas conducciones aparecen en el libro citado de nuestro querido y admirado Marcos Ramos  Romero. Aquí nos decía refiriéndose a  La Alcubilla: “Era cueva a la que se bajaba y cuyo manantial venía del cerro del Cristo de la Sangre, pudiéndose seguir fácilmente su acueducto subterráneo hasta que fue tapiada y puestos unos grifos al exterior allá por 1940”.

Los hermanos Santi y Fequín Barrios Macías nos revelaron que en el huerto anteriormente mencionado habían localizado la entrada a un pozo debajo de unos árboles, entrada que se encontraba a nivel de suelo, “semienterrada” y oculta por numerosas ramas de higueras.

Como ignorábamos qué podíamos encontrar allí dentro, lo primero que hicimos fue introducir una cámara de vídeo en el interior  para  comprobar adónde conducía y de qué se trataba en realidad. Después de visualizar las imágenes con gran expectación y nerviosismo, la sorpresa fue mayúscula al verificar que, en los laterales y tapadas por infinidad de raíces, se adivinaban dos entradas, una con dirección a la fuente de La Alcubilla y otra hacia la ermita del Cristo de la Sangre.

Después de limpiar la entrada, que estaba totalmente obstruida por grandes raíces, descendimos por el pozo, cuyo diámetro  es  de  40 x 42 cm  y que tiene 6 metros y medio de

 

profundidad. Una vez abajo nos impresionó el espectáculo originado por la gran maraña de raíces (grandes y gruesas, finas y largas, más pequeñas...) que se entrecruzaban formando espesas cortinas que nos impedían el paso.

Esta primera galería se encuentra en un magnífico estado de conservación, construida totalmente en piedra y tiene bóveda de cañón y suelo de media caña en algunos tramos; posee una longitud de 42 metros, 1,70 m. de alto y una anchura de 45 cm. Se encontraba parcialmente llena de agua, con una profundidad en algunas zonas de 50 cm. Este encauzamiento se estaba usando hasta hacía poco tiempo para abastecer la antigua fuente de La Alcubilla, hoy desaparecida. El agua que discurre por la galería es una atracción muy fuerte para las raíces que la buscan incesantemente por muy profunda que se encuentre. 

Explorando este tramo y buscando el origen del agua, nos adentramos cada vez más en las profundidades del cerro del Cristo y observamos cómo iban desapareciendo las raíces a la vez que penetrábamos. Al final del recorrido llegamos al nacimiento del manantial y contemplamos el espectáculo formado por una gran cantidad de estalactitas y estalagmitas  modeladas por las filtraciones del agua al caer.

Una vez limpio este pasadizo, efectuadas algunas mediciones y recorridos sus 42 metros, observamos en uno de sus laterales un muro de ladrillos toscos ajeno a la construcción originaria. No lo pensamos y decidimos comprobar qué había detrás; al ser derribado nos llevamos una gran sorpresa al ver la entrada a una nueva galería que presentaba las mismas características que la anterior, encontrándose ésta sin embargo totalmente seca.

Este nuevo tramo de galería discurre paralelo a la Avenida de Andalucía  y con dirección al Caminillo Chico.

Tras recorrer 33 m. en la vertical, vimos la entrada de un rayo de luz; se trataba de una nueva entrada más estrecha que la primera y situada justo antes de un desplome de las paredes que nos impidió seguir. Encima mismo de esta nueva entrada o respiradero (“lumbrera”) se construyó en la superficie un brocal de pozo que permitía aprovechar el agua almacenada en la galería cerrada.

Con respecto a los respiraderos o lumbreras escribe Carlos Fernández  Casado en Ingeniería Hidráulica Romana: “En las galerías visitables se disponían lumbreras o registros (spiramen) para aireación de las mismas…,  la inspección o limpieza, las cuales eran también útiles previamente durante la construcción para extracción de los materiales de excavación e introducción de los correspondientes al revestimiento”.[4]

La construcción del brocal, el pozo y el muro de ladrillos que taponaba la entrada es de época reciente. La función del muro debía de ser la de cerrar el espacio para poder acumular gran cantidad de agua, que luego sería extraída  mediante una bomba manual que encontramos en el mismo pozo.

Después de retirar las piedras del desplome, al recorrer los últimos 37 m., observamos como las paredes en algunas zonas estaban “hinchadas”, por lo que el paso fue muy dificultoso, hasta el extremo de que alguno de los miembros del grupo no pudieron pasar. Al final tropezamos con un nuevo hundimiento, en este caso los restos del techo nos impidieron definitivamente continuar, por no disponer de los medios necesarios.

En esta zona se puede apreciar perfectamente como edificaron las galerías y todavía se pueden ver con claridad las huellas de las herramientas utilizadas por los obreros al picar las paredes.

Pensamos que este último hundimiento fue causado por  movimientos de tierras debidos a las grandes lluvias que se produjeron en Medina Sidonia en los años 1962-1963. Me viene a la memoria como algo muy difuso la imagen del comienzo de la carretera de Jerez, hoy Avda. de Andalucía, hundido por la mitad, justo en paralelo a las galerías de las que vengo hablando.

Las medidas de esta segunda galería son 70 m. de longitud,  1,60 m. de altura, 40 cm. de ancho a nivel del arranque de bóveda y 30 cm. en la base. Es muy importante resaltar algunos detalles de esta construcción como son su trazado, muy sinuoso y con una curva de 160 grados en su parte final; y la construcción en doble altura que presenta la última sección.

 

¿Galerías romanas o árabes?

No encontramos restos de material alguno que pudiera ayudarnos a conocer cuál es la época de su construcción; nuestra primera impresión al verlas fue considerarlas romanas: suelo de media caña, bóveda de cañón, arcos de medio punto y grandes sillares en su construcción. Su gran parecido con las cloacas romanas de la calle Ortega y la gran cantidad de restos de  esta época que afloran en nuestra ciudad, nos llevaron a esta conclusión.

El vicario Martínez refiriéndose a los conductos subterráneos dice: “Manifiestan bastante connotación y semejanza con otras obras de esta idea, que eran frecuentes en las colonias de esta laboriosa y curiosa nación (Roma)”.

De todas formas no descarto la hipótesis de que fueran los árabes, grandes conocedores de las técnicas de regadío de superficie y subterráneo, los responsables de su construcción o reutilización. Este tipo de edificación puede ser la denominada qanat[5], que consiste en un sistema de galerías subterráneas de drenaje que recoge las aguas de los acuíferos de laderas y las conduce desde grandes profundidades hasta pocos metros del nivel de la superficie. Podría considerarse que se tratara de una estructura de ingeniería hidráulica destinada al uso agropecuario, esta agua sería utilizada para regar las huertas que existieron por toda esta zona. El agua de  La Alcubilla,  a pesar ser dulce, no tiene la calidad de la que brota en las demás fuentes que existen en Medina y, seguramente, ya los romanos la desecharon para consumo humano. Eran éstos muy exigentes con la pureza del agua destinada a este fin; buscaban la de mayor potabilidad, entendiendo con ello la que en origen era la más clara, la más fría, la captada a mayor altura y la de mejor sabor.

Hasta que una intervención arqueológica y un estudio detallado de personal capacitado muestren resultados, dejemos en el aire las hipótesis sobre los autores de esta magnífica obra. Sus características y estado de conservación me hacen pensar en la importancia de nuestro descubrimiento que, sin duda, una vez investigado y puesto en valor, enriquecerá el importante patrimonio asidonense. Los arqueólogos tienen la palabra... Nuestra intención y deseo al darlo a conocer no ha sido otro que interesar a nuestros conciudadanos en nuestra historia y en los estudios que se realizan para sacarla a la luz, y al mismo tiempo potenciar la idea de que hay que sentirse orgulloso de haber nacido en este lugar tan privilegiado..., Medina Sidonia.

 

                                     



[1] Martínez y Delgado, Francisco, Historia de la Ciudad de Medina Sidonia, Cádiz, Imprenta y Litografía de la Revista Médica, 1875, pág. 42.

[2] Barrantes Madonado, Pedro, Ilustraciones de la Casa de Niebla, Cádiz, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cádiz – Ayuntamiento de Sanlúcar de Barrameda, 1998, pág. 330.

[3] Ramos Romero, Marcos, Medina Sidonia. Arte, Historia y Urbanismo, Cádiz, Excma. Diputación Provincial de Cádiz, 1981, pág. 346.

[4] Fernández Casado, Carlos, Ingeniería Hidráulica Romana, Madrid, Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, 1983, pág. 293.

[5] Abderralunan, Jah y López, Margarita, “Al-Ándalus, una cultura del agua”,

www.libreria-mundoarabe.com/Boletines/n%BA39%20Jun.06/CulturaAgua.html.

 


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