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MEDINA SIDONIA EN VIAJE DE ESPAÑA
DE ANTONIO PONZ


Jesús Romero Valiente

Un ilustrado del siglo XVIII nos relata su breve estancia en Medina Sidonia en su camino desde Jerez hacia Málaga. Describe la ciudad y habla sobre sus antigüedades. Al texto original lo acompañan comentarios en los que nos interesamos fundamentalmente por los datos referentes a las inscripciones latinas.

Entre los propósitos de esta publicación se encuentra revisar la bibliografía existente sobre nuestra ciudad y hacerla accesible mediante las correspondientes reseñas. Igualmente pretendemos acopiar y comentar en la medida de nuestras posibilidades las fuentes documentales e impresas que constituyen la base para acometer cualquier estudio riguroso sobre los diversos aspectos de la historia de Medina. Contamos para ello, como punto de partida inexcusable entre otros, con el oneroso esfuerzo que realizó Marcos Ramos Romero en su Medina Sidonia. Arte, historia y urbanismo (1).

Ofrecemos a continuación un texto que forma parte de Viaje de España (2), obra escrita por Antonio Ponz a finales del siglo XVIII, donde el ilustrado viajero nos cuenta las impresiones que le causan su breve estancia en nuestra ciudad y los caminos que a ella conducen y de ella le alejan en su itinerario desde Jerez hasta Málaga (3).

21. Desde luego que llegué á Xeréz formé mi plan para la continuacion del viage, que era pasar al Reyno de Granada; pero dando todavía una vuelta por este de Sevilla. No seria malo insertar aquí aquel Itinerario que V. leyó tiempo hace (4), de quando fui desde esta Ciudad de Xeréz á la de Málaga por Medina-Sidonia, Tarifa, Gibraltar y otros Pueblos de la costa marítima, supuesto que V. está empeñado en publicar todas mis caminatas; pues aunque fue poca cosa lo que apunté en materia de Artes, hay otras especies que algunos gustarán de leerlas.

Itinerario desde Xeréz a Málaga.

22. Desde Xeréz hasta Medina–Sidonia hay cinco leguas (5) con corta diferencia, sin encontrar en dicho distrito población alguna fuera de la Cartuxa. Á la distancia de dos leguas se pasa por junto á una laguna que queda á mano derecha, cuya circunferencia me pareció que se acercaria á una legua, y habia en ella un sin número de aves de agua, con pesca abundante de anguilas, &c. Fui continuando por terreno de óptima calidad al parecer por entre grandes dehesas á mano derecha, y tierras de labor sobre la izquierda, &c.: que en las partes cultivadas manifestaban la feracidad de aquel suelo, bien que lo mas de él estaba erial hasta cerca de Medina-Sidonia quando yo lo pasé (6).

23. La situación de esta Ciudad es en una gran eminencia, y de subida penosa: por fin llegué arriba, y fue preciso alojarme en un mesón perverso. Me dixeron que la población era de dos mil vecinos (7). Procuré ver quanto ántes lo que habia de particular para huir luego de tan mal alojamiento. Tiene Medina-Sidonia dos Parroquias, quatro conventos de Frayles y dos de Monjas (8).

24. La portada de la Parroquia, dedicada al Misterio de la Asuncion, es muy buena, con cuatro columnas dóricas en el primer cuerpo, y dos jónicas en el segundo; adornada igualmente con la estatua de Nuestra Señora y las de San Pedro y San Pablo. Las colaterales tambien son de buen tiempo; pero suelen darles de cal á todas con que las afean. La Iglesia es gótica en lo interior, y el retablo mayor del estilo medio, ó de la edad de Cárlos V.: tendría bastante mérito si no se lo quitasen con doraduras mal á propósito, y repintando de quando en quando las imágenes (9). Dicen ser muy saludable el Pueblo, y conducente para el medicamento de las unciones (10). En su elevadísimo castillo acabó de vivir de 25 años de edad la desgraciada Reyna Doña Blanca, muger del Rey Don Pedro de Castilla (11).

25. Atendiendo al nombre de Medina-Sidonia no se resiste el creer que la fundasen Sidonios de Fenicia, aunque despues los Romanos le diesen el de Asido. Se conservan varios monumentos de la antigüedad. En una inscripción que trae Morales (12), como hallada en esta Ciudad, dice:

FABIAE. GN. F. PRISCAE. ASIDONENSI
FABIVS SENECA. ET ......ERIA
Q. F. PRISCA
(13)

En la plaza está puesta la siguiente:

L. FABIO. L. F. GAL. CAPITONI
AMICO. OPTIMO. LAELIVS
ROSCIANVS. M. CASIVS. M. F. GAL
SABINO, FABIVS. CAPITO. FRATER
(14)

Las dos siguientes están puestas á los lados de una de las puertas de la Iglesia mayor (15).

I
L. FABIO. L. F. GAL
CAPITONI
AMICO. OPTVMO
L. AELIVS
ROSCIANVS
(16)

II
M. ANTONIO. M. F.
GAL. SIRIACO. PVIR
MVN. AVG. GAD
D. D
(17)

Por lo que respeta á la antigüedad de su Obispado, y á uno de sus Prelados, me ha dado esta copia el Señor Don Francisco Bruna, como existente en una Ermita fuera de la Ciudad, que tambien trae Morales:

Hic sunt Reliquiarum (18) conditae
Stephani, Juliani, Felicis, Justi,
Pastoris, Fructuosi, Augurii,
Eulogii, Aciscli, Romani Mar-
tini, Quirisci, et Zoili Marti-
rum.
Dicata haec Basilica. XVII.
Cal. januarias, Anno II Ponti-
ficatus Pimenii, era DCLXVIII. (19)

En esta Ciudad se encontró la Urna Sepulcral, de que hablé á V. en el Puerto de Santa María (20). Fue Silla Episcopal hasta que el Rey Don Alfonso el Sabio, su segundo conquistador, la trasladó á Cádiz, pues aunque ya ántes la habia ganado San Fernando su padre en el año de 1264, se volvió a perder. Al pie del monte donde está la Ciudad hay un Arrabal bastante grande: muchos vecinos se ocupan en hacer ollas y otras especies de vidriado, que despachan en Cádiz y otras partes (21).


Notas:

(1) Ramos Romero, Marcos, Medina Sidonia. Arte, historia y urbanismo, Cádiz, Excma. Diputación Provincial, 1981.

(2) El texto original aparece en letra negrita; respetamos la grafía que presenta la edición facsímil realizada por Ediciones Atlas (Madrid, 1972) a partir de Viage de España, en que se da noticia de las cosas más apreciables, y dignas de saberse, que hay en ella, t. XVIII, Madrid, V. de don Joaquín de Ibarra, 1794. Este tomo se hallaba en prensa cuando murió su autor. Fue editado por su sobrino José Ponz, que, a pesar de que no se “creia dotado de aquellas luces”, se encargó de completar las noticias en algunas partes que quedaron sólo manuscritas. Según declara, “la conclusion de este tomo parecia dificil á muchos de los que conocian y sabian el estado en que se hallaba á la muerte del Autor”, pero fueron múltiples los ánimos y socorros para llevar adelante su tarea (José Ponz, prólogo a Viage..., ed. cit., pp. I-II). Contiene nuestro artículo el texto y comentario de los capítulos 21 a 25 de la carta segunda. Dejamos para otra ocasión los capítulos subsiguientes.

(3) Quizá sea necesario un breve recordatorio del genio y de la biografía de Ponz para comprender en su justa medida el fragmento. Antonio Ponz (1725-1792) fue tratadista de arte y uno de los personajes más significativos de la Ilustración en España. Estudió en Segorbe, se doctoró en Teología en la Universidad de Valencia y aprendió dibujo con el maestro Richart. Desde 1751 estuvo en Roma estudiando la obra de los grandes maestros. Tras nueve años allí el Gobierno español le encarga el estudio de los Códices de El Escorial y la restauración y copia de una serie de retratos de sabios españoles para adornar su biblioteca. Después de la expulsión de los jesuitas, el Conde de Campomanes, a la sazón Fiscal del Consejo Extraordinario, le encomienda el estudio de las pinturas que poseían las casas de la Compañía en la España meridional. Éste es el germen de sus viajes por la península, que comenzó en 1771. Lo provechoso de su trabajo mereció el interés de los monarcas, que de una u otra forma le aseguraron el sustento. En 1776 Carlos III le nombró Secretario de la Real Academia de San Fernando, y catorce años después Carlos IV le hizo consiliario honorario de la misma ante el ruego de Ponz, que necesitaba tiempo para culminar el plan de su viaje. Entre 1772 y 1794 se publicó el Viaje de España, verdadero catálogo artístico de las obras conservadas en España antes de la entrada de los franceses; y en 1785 su Viaje fuera de España, en el que nos relata sus impresiones sobre Francia, Inglaterra y los Países Bajos.

(4) Se da a entender por estas palabras dirigidas al ficticio destinatario que este fragmento de la epístola formó parte de un escrito redactado y remitido tiempo atrás, con motivo de un recorrido por estas tierras anterior al efectuado entre marzo y junio de 1791, cuando “emprendió un nuevo viage á la Andalucía para rectificar los conocimientos que antes había adquirido, y para adquirir otros de nuevo en las Ciudades y Pueblos que no había visitado”; y a partir de cuyas noticias surgieron los tomos XVII y XVIII (José Ponz, en “Vida de D. Antonio Ponz”, Viage..., p. XLIX).

(5) Unos 28 km. La legua española equivale a 5.572 m y 7 dm. Rodrigo Caro, Antigüedades, y Principado de la ilustrissima ciudad de Sevilla. Y chorographia de su convento iuridico o antigua chancilleria, Sevilla, Andrés Grande, 1634, p, 124, recoge el texto de Florián de Ocampo en que se señala esta misma distancia.

(6) La laguna de Medina queda a su derecha pues su viaje transcurre por la antigua vía, paralela a la actual carretera. Pasaría luego entre Fuente del Rey, a la derecha asimismo, y Las Piletas, a la izquierda; para girar hacia el cerro a la altura de Huelvacar.

(7) El informante de Ponz es fiable. El vicario Martínez dice que “en el dia tiene esta ciudad 1.845 vecinos, que son 608 menos de los que tenia veinte años antes en el de 1768”. Su editor, Joaquín María Enrile, advierte que en el padrón de 1796 existían 2.364 vecinos u 11.820 almas, cf. Martínez y Delgado, Francisco, Historia de la ciudad de Medina Sidonia, Cádiz, Imprenta de la Revista Médica, 1875 (ed. facsímil, Diputación Provincial de Cádiz, 1992).

(8) Los conventos de monjas aún perviven. Los de frailes fueron, como se sabe, San Agustín, San Juan de Dios, el de San Francisco y el de Mínimos.

(9) No es de extrañar el poco caso que hace Ponz a este magnífico retablo. Su opinión sobre la madera como materia prima para estas obras queda patente en el prólogo al tomo XVII, p. XV: “Háganse, pues, de mármoles los retablos, que á buen seguro saldrán menos costosos que los ridículos maderages dorados y almacenados en las Iglesias”. Según informa el vicario Martínez (1875: 185-186) el retablo sufrió unos desastrosos repintes en marzo de 1774; don Joaquín Enrile culpa de ellos al organista Miguel Gutiérrez. Fue restaurado pronto, gracias a la intervención del obispo don Antonio Plaza, pero Ponz había sido testigo del desaguisado.

(10) Sobre las ventajas que ofrecía la ciudad para la curación del “mal gálico”, la sífilis, mediante aplicación de unciones de mercurio da abundantes noticias el Vicario (1875: 117-118).

(11) Sobre este particular puede leerse el artículo publicado por Ana Fernández García en el número uno de esta revista.

(12) Se refiere a Ambrosio de Morales, autor de las Antigüedades de las Ciudades de España, libro IX, cap. 9.

(13) Rodrigo Caro (1634: 124v) toma también el texto de Morales, aunque lo presenta con ligeras diferencias en el corte de líneas.

FABIAE. GN. F. PRISCAE
ASIDONENSI.
FABIVS. SENECA. ET ........... ERIA
Q. F. PRISCA.

Y traduce: “A Fabia Prisca, hija de Gneyo, natural de Medina Sidonia, Fabio Seneca y Valeria Prisca, hija de Quinto, pusieron esta memoria”. El vicario Martínez (1875: 34) presenta otra lectura.

FABI&. GN. F.
PRISCAE ASI
DONENSI· FA
BIVS SENECA
ET ualERIA. Q
F. PPRISCA

Advierte que el padre Concepción en su Historia de Cádiz, lib. VII, cap. 6, p. 522, y Ambrosio de Morales aplican esta lápida e inscripción a Medina Sidonia por haberse hallado en ella, con lo que sería la prueba más palpable hasta ese momento de que la antigua Asido era Medina Sidonia. El Vicario señala que el lugar del descubrimiento de la inscripción y su paradero son dudosos, aunque el P. M. Flores (España Sagrada, t. X, p. 16) asegure que se encuentra en Córdoba. No la admite como prueba definitiva sobre la identificación Asido-Medina Sidonia. Hoy, a pesar de que esta inscripción siga sin aparecer, la polémica erudita parece más que zanjada gracias a otros hallazgos.

(14) Hübner, Emil, CIL = Corpus Inscriptionum Latinarum, vol. II. Berlín, 1869, núms. 1.318 y 1.324, señala que Ponz tomó el texto y la noticia sobre esta inscripción de Rodrigo Caro (1634: 124v), que incluso la había traducido: “A Lucio Fabio Capiton, hijo de Lucio, de la tribu Galeria, su muy buen amigo Lelio Rosciano, y Marco Casio, hijo de Marco de la tribu Galeria, por sobrenombre Sabino, y Fabio Capiton su hermano pusieron esta memoria”. Pero el epígrafe nunca existió tal cual aparece aquí; así que debemos pensar que don Antonio se dejó llevar por sus lecturas sin comprobar la veracidad del dato. Rodrigo Caro había mezclado los textos de dos inscripciones, una de las de la Iglesia Mayor (CIL, núm. 1.324) y otra (CIL, núm. 1.318) que se encontraba en la plaza de la ciudad. De esta última, desaparecida, Hübner se atreve a sugerir una lectura, corrigiendo al sevillano:

M·CASSIO·M·F·GAL·SABINO
FABIVS·CAPITO·FRATER

Se hallaba, según dice, “en el cañon y arco, que esta debajo del pulpito a la parte que mira a la plaza, al lado del convento de las monjas”. Probablemente era una inscripción honoraria. Julián González, Inscripciones romanas de la provincia de Cádiz, Cádiz, Excma. Diputación Provincial, 1982, núm. 7, p. 14, advierte que el nombre del dedicante también aparece en una de las inscripciones de la puerta de la Iglesia Mayor (CIL, núm. 1.324).

(15) Ya Barrantes Maldonado en sus Ilustraciones de la Casa de Niebla, 1541 (sigo la edición publicada en la “Colección Fuentes para la historia de Cádiz y su provincia”, Cádiz, Univ. de Cádiz, 1998, p. 331), habla de estas inscripciones: “A la puerta desta yglesia estan dos piedras de marmol blanco antiguas, la una de muchas labores é de la una parte unas letras é de la otra una jarra, é de la otra una corona de laurel que fueron halladas en aquella cibdad debaxo de tierra”, y ofrece dibujo de las mismas.

(16) La inscripción se encuentra todavía en el lugar en el que la vio Ponz y puede leerse desde el interior de la iglesia. Se trata de un pedestal de mármol blanco embutido a manera de jamba izquierda en la puerta del trascoro. Romero de Torres, Enrique, Catálogo monumental de España. Provincia de Cádiz, Madrid, Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, 1934, pp. 212-213, dice de él: “mide 1,45 m. de alto y 0,70 de ancho (...). En su lado izquierdo se distingue, rebozado en añeja capa de cal, el jarro fúnebre de las libaciones. En el derecho, que la pared oculta, se esculpió la pátera. Por último, en la faz posterior, que tampoco se ve, hay tal vez una inscripción visigótica”. Hoy, después de la restauración acometida a raíz del incendio de 1981, las cuatro caras del pedestal han quedado visibles. Desgraciadamente el simpulum esculpido en el lateral no puede verse ya. No encontramos tampoco rastro de la inscripción visigoda. Hübner (CIL, núm. 1.324) lee:

L·FABIO·L·F·GAL•
CAPITONI•
AMICO·OPTVMO•
L·AELIVS•
ROCIANVS

Romero de Torres (1934: 213) también lee ROCIANVS. La más reciente lectura y traducción corresponde a Julián González (1982: 17, núm. 13). Resuelve así el texto: L(ucio) Fabio L(uci) f(ilio) Gal(eria tribu) / Capitoni / amico optumo / L(ucius) Aelius Rocianus. Esto es: “En honor de su excelente amigo, Lucio Fabio Capitón, hijo de Lucio, de la tribu Galeria, erigió este monumento Lucio Elio Rociano”. Este profesor de la Hispalense corrige las medidas de Romero de Torres (1,30 m por 0,70 m y la cartela 0,79 m por 0,60 m), había observado el simpulum y la patera en los laterales, y precisaba además: “las letras son capitales cuadradas, probablemente del siglo I d. de C., con una altura de unos 5 cm. Los signos de interpunción son triangulares, excepto en los finales de los rr. 1-4. donde hay hederae”. Señala que el nombre del dedicante aparece en otra inscripción de Cádiz (CIL, núm. 1.749), y el del homenajeado en otra de Medina (CIL, núm. 1.318).

(17) Romero de Torres (1934: 213) describe el exorno de este precioso pedestal: “compónese de dos pilastras estriadas, coronadas por bellos capiteles corintios, de los cuales pende una guirnalda de hojas y frutas, cortando la moldura del rectángulo, donde está grabada la inscripción, rodeada de una cenefa rectangular elegantemente combinada con tallos y flores de cinco pétalos. El lado derecho ostenta iguales motivos de ornamentación, pero sin guirnalda, y en el recuadro del centro la pátera que indica ser fúnebre este pedestal, o dedicado por los decuriones de Medina Sidonia al difunto Marco Antonio Siriaco, duunviro que había sido de Cádiz. La otra faz lateral, que se oculta en la pared de la entrada al templo, debe conservar, esculpido en ella, el jarro de las libaciones”. Indicaba la conveniencia de trasladar a un sitio aislado estas dos piezas de la Iglesia Mayor para que pudiesen ser estudiadas por las cuatro caras. Hoy al menos se han ahuecado los espacios colaterales, y así ha quedado a la vista el lado que contiene el simpulum, relieve de 0,16 m por 0,34 m, de gran detalle, enmarcado en una cartela con moldura de 0,20 m por 0,60 m, que ocupa el centro de un espacio decorado de forma semejante al que contiene la patera, cuyo relieve se ha deteriorado. Hübner, (CIL, núm. 1313) leía, como es claro, SYRIACO. Julián González (1982: 11-12, núm 2) estudia el epígrafe con detenimiento. Mide en su totalidad 1,42 m de altura por 0,72 m de anchura. Las pilastras y cenefas tienen 0,10 m, y la cartela 0,42 m de altura por 0,28 m de anchura. Sus letras son capitales actuarias que oscilan entre los 4 cm y los 4,5 cm. Nos ofrece resolución de abreviaturas y traducción: “M(arco) Antonio M(arci) f(ilio) Gal(eria tribu) Syriaco (duum)vir(o) Mun(icipi) Aug(usti) Gad(itani). D(ecreto) d(ecurionum). Esto es: En honor de Marco Antonio Siriaco, hijo de Marco, de la tribu Galeria, duunviro del Municipio Augusto Gaditano, por decreto de los decuriones”.

(18) Ponz señala con una nota que convendría leer Reliquiae. Queda claro que él no vio personalmente la inscripción.

(19) Se trata de la conocida inscripción todavía legible en parte (sólo 25 cm de los 66 cm que tenía la cartela) en la Ermita de los Santos Mártires, que contiene la fecha de consagración del templo por parte del obispo Pimenio (16 de diciembre de 630) y el listado de reliquias de santos que se colocaron en el mismo atendiendo al ritual de la Iglesia de la época. Se trata de un cipo romano que en época visigoda fue empleado como ara y reutilizado como queda dicho. Está embutido en la segunda columna de la nave izquierda de la actual iglesia. Se creyó que a sus pies reposaban restos de los trece santos en ella nombrados; y se hicieron catas para comprobarlo el once de junio de 1779 por orden de Fr. Juan Bautista de Cervera, obispo de Cádiz. No se encontró nada. Barrantes Maldonado (1541: 331) habla de esta “piedra puesta por pilar de la yglesia, en quien ellos (los naturales) tienen tanta devoçion por ciertos martires que alli fueron martirizados é trasladados sus cuerpos, que la tienen tan raida la piedra para poner en nominas, que ha sido causa para que los prinçipios e fines de los renglones se puedan mal leer”; y hacía esta lectura del texto, que, aunque con algún fallo evidente (debe decir ERA DCLXVIII), interesa por su antigüedad:

HIC SUNT RELIQUI
... RM CONDITE. I. D.
... ISTEFANI JULIAN...
... ICI. JUSTI. PASTOR...
... UCTUOSI. AUGURI
... LOGI. ACISCLI. ROM...
... I. MARTINI. QUIRICI
ET ZOILI. MARTIRUM.
DEDICATA. HEC BASI
... ICA XVII. KAL.
JANUARIAS. ANNO SE
CUNDO PONTIFICA
TUS PIMENI. ERA DE
LXVIII.

Rodrigo Caro (1634: 125) confiesa seguir a Ambrosio de Morales en los datos relativos a este epígrafe. Y coloca, por un lado, el texto de la dedicación del templo por Pimenio, lo que hoy se conserva; y por otro, un texto muy diferente al de Barrantes Maldonado, que le sirve para fechar el martirio de los santos enterrados en el consulado de Decio Elio:

__
IN. NIE. DOMINI. IESV XPI.
SVNT. RELIQVIAE. SANCTORVM.
CERTI. FELICIS. IVLIANI.
MARTYRVM. DECIO. AELIO.
............................................................

Hübner encontró muy deteriorada la inscripción (CIL, núm. 85) y se preocupó de buscar testimonios antiguos para reconstruirla. El vicario Martínez también se atrevió a hacerlo, aunque cometiendo algún error (1875: 169-170). Romero de Torres, en 1934, dice que la parte superior está bárbaramente oculta bajo una capa de cal y que, gracias al trabajo de Hübner el texto de la parte inferior “se deja recuperar”. Hoy, la cal ha sido retirada, pero tan desafortunadamente que parece que han querido picar el mármol. La resolución y traducción del texto propuesta por Romero de Torres es la que sigue: “[†Hic sunt reliquie/ s(an)c(to)r(u)m condite, id] e (st) Stefani, Iuliani, / Felici, Iusti, Pastoris, / Fructuosi, Auguri, / Eulogi, Aciscli, Roma/ ni, Martini, Quirici/ et Zoyli martirum.] / Dedicata hec basi/ lica d(ie) XVII kal(endas) / Ianuarias anno se/ cundo pontifica/ tus Pimeni, era DC / LXVIII”. Esto es: “Aquí se depositaron reliquias de los santos Esteban, Julián, Félix, Justo, Pastor, Fructuoso, Augurio, Eulogio, Acisclo, Romano, Martín, Quírico y Zoilo, mártires. Esta basílica se ha dedicado en el día 16 de diciembre, año segundo del pontificado de Pimenio, era 668”.

(20) Cuando en el capítulo doce de esta misma carta segunda Antonio Ponz describe las riquezas que contiene el palacio del Marqués de la Cañada don Guillermo Tirry en El Puerto de Santa María, se detiene especialmente en esta pieza, sobre la que ha leído un comentario en la obra del Conde de Cailus. Dice Ponz: “es de mucho aprecio, aunque no por lo tocante á la excelencia del Arte, un sepulcro antiguo de mármol que se encontró en Medina-Sidonia. En el lado principal hay una medalla con dos bustos de baxo relieve, y dos figuras de sátiros como sosteniéndola: en lo demas se ven esparcidas figuras de amorcitos y Bacantes, con diferentes ornamentos”. Sobre esta pieza había dicho Rodrigo Caro (1643): “cabando las çanjas de un templo se descubriò un sepulcro de alabastro, que tenia la forma de un arca. Tiene por los lados muchas figuras curiosamente labradas de medio relieve de Nymphas, y Satyros en corros por una parte: Y por otra un rio, que puede ser Acheronte, por el qual navegava un navio, y a las orillas muchas figuras de hombres, y mugeres, qu esperavan el passage (...). Dentro en el arca se hallò un cuerpo humano pequeño, muy consumido, y una losilla con estas letras. CLODIA. LVCERA”. Mucho se ha hablado sobre esta pieza, hoy en paradero desconocido. Don Joaquín María Enrile se interesó por ella al leer los comentarios de su tío abuelo el Vicario, y anotó en la edición de 1875 que se le aseguró que estaba aún en El Puerto. El vicario Martínez (1875, 25-36), había podido ver cómo “servia de lavatorio con todos sus servicios correspondientes en la sacristía del Convento de Religiosos Franciscos Descalzos de esta Ciudad, (...) y permaneció hasta que dichos Padres, conociendo lo mucho que se habia aficionado á ella el Sr. D. Guillermo Tyrri, marqués de la Cañada, docto y curioso anticuario, se vieron precisados a cedérsela en el año de 1763, é hizo conducir la parte principal á su precioso gabinete de la ciudad del Puerto de Santa María”. Y realizó algunas aclaraciones sobre la misma: lo que se llevó el Marqués de la Cañada fue el frente principal, donde se contenían los bajo relieves, el resto quedó en el convento, en el jardín junto a la sacristía; el sarcófago medía dos varas y cuarta castellanas de largo, y menos de una vara de alto; no era de alabastro sino de mármol blanco “con algun viso de cenizoso”. El Vicario piensa que sirvió de sepulcro a uno de los personajes retratados en los medallones, que quizá estuvo relacionado con el mar, y que ello debía aclararse en una posible inscripción que hubiera en la tapa de la caja. No cree que el pequeño cuerpo hallado dentro ni la pobre losilla con el nombre CLODIA LVCERA deban atribuirse a su primer morador.

Romero de Torres, en cambio, piensa que la urna bien pudo contener el cuerpo de una niña difunta y que los retratos de los medallones podían corresponder a sus padres (1934: 212). Hübner (CIL, núm. 1.320) se atrevió incluso a postular la lectura CLODIA [G]LVCERA, relacionando el cognomen de la difunta con el vocablo griego latinizado gluker£, que aparece en una inscripción emeritense.

(21) Sobre esta industria a finales del s. XVIII da abundantes noticias el Vicario (1875: 128).

 


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