La Assidona bizantina y su reflejo en las fuentes

Pedro Estudillo Ruiz

 

La parcela histórica de que a continuación nos ocuparemos constituye un ámbito realmente poco tratado tanto en su nivel geográfico hispano (provincia bizantina de Spania), como en el nivel local que nos atañe (la fortificación bizantina de Assido); podría pensarse que la relevancia posterior de tal período fue casi nula atendiendo a su brevedad cronológica, por ejemplo, o al interés en estos territorios por parte de Bizancio de mera ayuda, con previo pago, al monarca visigodo Atanagildo en su lucha contra Agila. Sin embargo, al rastrear en las fuentes y testimonios de la época puede comprenderse mejor el sentido decisivo de la conquista de estas tierras por Bizancio: el Imperio Bizantino vio, con la petición de ayuda de Atanagildo, las puertas abiertas al proyecto de su monarca Justiniano de emprender la recuperación de los vastos territorios del antiguo imperio romano; y, en segundo lugar, la brevedad del lapso de tiempo no fue debida al poco interés del Imperio por la Península Ibérica, sino a la concentración militar más necesaria en oriente –contra Persia- que en Occidente, lugar este último donde ya se habían asegurado un mayor número de plazas por todo el Mediterráneo.

Justiniano I (emperador desde el 527 hasta el 565) tenía ya en mente la ambiciosa idea de “reconquistar” los vastos territorios perdidos por el imperio romano en las postrimerías de éste; es así como lo refleja la biografía de Justiniano que nos brinda el historiador clasicista del siglo VI Procopio de Cesarea (1). Este historiador comienza precisamente su obra aludiendo a esa lucha contra los bárbaros, al antiguo estilo de los emperadores romanos, que llevó a cabo Justiniano:

“Procopio de Cesarea escribió las guerras que Justiniano, emperador de los romanos, llevó a cabo contra los bárbaros (...)”

La entrada de Bizancio en la Península tiene lugar en el año 552, y sus circunstancias (2) las conocemos gracias a Isidoro de Sevilla, el cual alude al pacto entre el “rey de los romanos” y el monarca visigodo Atanagildo. Pero aún más jugosa que la mencionada versión resulta la de la Crónica del moro Rasis (3), que, en un estilo más cercano al de la novela, da a entender claramente la intervención bizantina a favor de uno de los dos bandos: el de Atanagildo, se comprende:

“E en Sevilla avia un almoxarife que era primo cormano del señor de Rroma. E quando sopo que Elie era vençido, escrivio sus cartas e enbiolas a su hermano, que le enbiase ayuda para lidiar con el, que tanto fazia de mal al pueblo que non era para ser señor. E el rrey de Rroma le enbio muy grand ayuda, e dio grandes perdones a quantos fuesen sobre el. E este almoxarife avia nonbre Tanande. E pues que los poderes grandes vinieron a Sevilla, salio Taluante con ellos e fueron a çercar a Merida que era entonçe muy noble çibdat. E tovola çercada muy grant tiempo, e ovo muy grandes lidies e muchos rrebatos. E de una parte e de la otra fueron muchos muertos, e dellos muy buenos e valientes. Pero a la çima ensañaronse los de la villa contra el rrey e cortaronle la cabeça e enbiaronla en presente a Talande.”

“Había en Sevilla un recaudador que era primo hermano del emperador de Roma. Y cuando supo que Elie fue vencido, escribió una carta y se la envió a su hermano a fin de que le enviase ayuda para luchar contra aquél, el cual hacía tanto mal al pueblo que no se merecía ser rey. Entonces el emperador de Roma le envió una considerable ayuda, y concedió el perdón a quienes fuesen a servir a aquél. Este recaudador se llamaba Tanande. Y cuando esa gran ayuda llegó a Sevilla, marchó con ellos Taluante y se fueron a cercar Mérida que por entonces era una noble ciudad. La tuvo cercada mucho tiempo y hubo grandes combates y saqueos; y de ambas partes hubo muchos muertos y muy buenos y valientes. Pero en la cima se ensañaron los de la villa contra su rey y le cortaron la cabeza enviándosela como presente a Talande*.” *Atanagildo.


La Chronica Gothorum Pseudo-Isidoriana (4) incluye al respecto un breve resumen del hecho refiriéndose en concreto a Atanagildo:

“(...) quem ut uiderunt Emeritenses nichil omnino ualere obsessum, insurrexerunt in eum et interfecerunt capudque eius Atanagillo dederunt. Qui obtinuit Emeritam XV annis misitque ad Romanum imperatorem, ut mitteret ei milites in auxilium. Qui inuenerunt eum ad capiendas terras. Quos cum uellet Romam redire, ne debellarent eum, habitarunt ipso nolente.”

“(…) para que viesen los emeritenses que éste que ocupaba el trono nada de poder tenía en absoluto, se levantaron contra él y lo asesinaron, y dieron su cabeza a Atanagildo. Éste conservó Mérida durante quince años e hizo llegar la petición al emperador romano de que le enviase tropas en su ayuda. Ellos [los romanos o bizantinos] emprendieron esto para conseguir tierras. Pero cuando él [Atanagildo] quiso que ellos [los bizantinos] volviesen a Roma, para que no acabasen venciéndolo, se quedaron a vivir sin que éste así lo quisiera.”

Fruto de esta primera incursión bizantina en la Península fue la conquista de la franja de tierra correspondiente al espacio geográfico entre Cartagena y la provincia de Cádiz que, hacia el interior, abarcaba hasta toda la provincia de Córdoba. Ya en este primer momento de dominio bizantino brillan ciudades que, por su situación estratégica o por su rango político-administrativo (heredado casi directamente del período hispano-romano), captan la atención de los generales bizantinos, quienes sitúan a estas ciudades como baluartes fronterizos de defensa.

Tal fue el caso de la antigua Assido Caesarina, ahora Assidona, la cual respondía perfectamente, por su situación, a las necesidades militares casi continuas de Bizancio frente al acoso a que sometía Leovigildo a la franja bizantina, a la vez que desempeñaba en la época la función de sede episcopal junto con otras ciudades del sur peninsular (Astigi o Malaca, por ejemplo).

Con respecto a la cronología de la fundación del obispado asidonense, entiéndase anterior ésta al período visigodo, se ha planteado una doble disyuntiva acerca de si es ésta temprana o tardía (5):

Como preludio al fin de su epígono bizantino, Assidona ve llegar a sus puertas a los contingentes del monarca visigodo Leovigildo (ya antes fracasaron en la empresa de “reconquista” visigoda Atanagildo y Liuva I), este rey pudo contar en aquel momento con el favor, entre los muros de Assidona, de un indivíduo realmente poco conocido como fue Framidanco. Martínez Delgado (6) menciona la traición de Framidanco a la hasta entonces inexpugnable fortaleza asidonense relatando cómo esta misteriosa figura abre las puertas de Assidona y permite así el paso a los asediadores visigodos.

Isidoro de Sevilla (7) refiere puntualmente que Leovigildo recuperó algunas plazas:

“Fudit quoque diuerso proelio militem et quaedam castra ab eis occupata dimicando recepit”.

“Derrotó a un ejército durante un combate irregular y recuperó luchando cierta plaza fuerte ocupada por aquellos.”

Contrariamente, Juan de Biclaro se muestra mucho más clarificador en cuanto al suceso informando:

“Leouigildus rex loca Bastetaniae et Malacitanae urbis repulsis militibus uastat et uictor solio reddit (...) multasque urbes et castella interfecta rusticorum multitudine in Gothorum dominium reuocat (...) Assidonam fortissimam ciuitatem (...) nocte occupat et militibus interfectis memoratam urbem ad Gothorum reuocat iura”

“Leovigildo devasta los lugares de la Bastetania y de la Malacitana* una vez expulsados los ejércitos de las ciudades, y vuelve con el trono (...) y hace volver al dominio de los godos las numerosas ciudades y los castillos arrasados por la multitud de los campesinos (...) se apodera por la noche de la fortísima ciudad de Assidona y, exterminado el ejército, devuelve la citada ciudad a la jurisdicción de los godos.”

*La Bastetania era una antigua región de la Tarraconense que comprendía las actuales Algeciras, Calpe, Ronda y parte de Málaga. La Malacitana se correspondería con la actual provincia de Málaga.

Por su parte, la Crónica del moro Rasis relata:

“e mucho a su honrra el conquerio la mas de España, qu´el tomo de la villa de Toledo fasta la çibdat de Malaga e fasta la mar. Mas antes y perdieron muchos las cabeças. E el tomo a Xeres Saduña e todas estas villas fasta dentro en la mar. E tomo muchas otras villas e muy fuertes castillos”

“y muy a su honra conquistó él gran parte de España, puesto que fue él quien tomó desde la villa de Toledo hasta la ciudad de Málaga y hasta el mar. Pero antes perdieron muchos la vida. Tomó también Xeres Saduña y todas estas villas que están hasta en el mar. Y tomó muchas otras villas y castillos muy fuertes.”

Por último, la Chronica Pseudo-Isidoriana sigue un relato en la misma línea que Juan de Biclaro:

“tunc equitauit Malacamm, quae est in ora maris, et obtinuit eam et omnia castella eius destruxit. Inde Sadunam profectus similiter fecit”

“entonces cabalgó hacia Málaga, que está en la orilla del mar, y la conquistó y destruyó todos sus castillos. De allí, marchando a Saduna, lo hizo del mismo modo.”

La toma de Assidona fue quizá, junto con la de Córdoba, la conquista más importante del rey Leovigildo frente a los bizantinos, hecho que está atestiguado por la inmediata conversión de Assidona en sede de obispado ya visigodo.

Los datos y fuentes aquí tratados podrían ser objeto, en ciertos casos, de una interpretación divergente; es más, la escasez de estudios y referencias textuales concretas con respecto a este período histórico del sur peninsular, y ya no digamos de la ciudad de Medina Sidonia en particular, posibilitaría una mayor libertad de juicio ante los dispersos datos.

Toda una época que, si bien es breve, está cargada de acontecimientos decisivos y de la que, gracias a los incipientes trabajos de arqueología y a la labor historiográfica, aún relegada a puntuales artículos, esperamos jugosos frutos que alimenten el afán de conocer palmo a palmo los caminos de nuestra Historia.


Notas:

(1) Procopii Caesariensis opera omnia, lib. V – VIII (De bello Gothico), Procopio de Cesarea. Colecc. Bibliotheca Teubneriana Graecorum et Latinorum scriptorum. Ed. G. Wirth (post J. Haury). Leipzig, 1962.

(2) Fontes Hispaniae Antiquae. IX: las fuentes de la época visigoda y bizantina. R. Grosse. Barcelona, 1947.

(3) Crónica del moro Rasis. Ed. de D. Catalán y M. S. De Andrés. Madrid, 1975.

(4) Chronica Gothorum Pseudo-Isidoriana. Ed. de A. Benito Vidal. Valencia, 1961.

(5) "La creación del obispado de Cádiz por Alfonso X el Sabio y su vinculación a la sede asidonense". Demetrio Mansilla, Obispo de Ciudad Rodrigo; en Estudios de Historia y Arqueología Medievales, V-VI, pp. 69-83. Servicio de publicaciones de la Universidad de Cádiz, 1985-1986.

(6) Historia de la ciudad de Medina Sidonia, Francisco Martínez Delgado. Ed. Facsímil. Cádiz, 1991.

(7) Historia Gothorum, Isidoro de Sevilla, 49, en Fontes Hispaniae Antiquae... (vid. supra).


(c) Marzo del 2002. Todos los derechos reservados
Webmasters: Noelia Gutierrez Galera y Sergio Alonso