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MEDINA SIDONIA CUMPLE EN ESTE AÑO LOS 530
EN SU CONDICIÓN DE CIUDAD

Eduardo Ángel Ruiz Butrón

Bueno será recordar esta efeméride asidonense, teniendo en cuenta que muy posiblemente sea de donde arranca la grandeza de nuestro pueblo en la Edad Contemporánea. Atrás quedaron fenicios, romanos, visigodos y árabes, pero es en 1472 cuando se distingue a Medina Sidonia sobre todas las demás comarcas y se la hace resaltar por encima de ellas. Y bueno sería que el recordatorio no quedara solamente en un artículo en “Puerta del Sol” o en una reunión de amigos.

La concesión del título de Ciudad a Medina Sidonia por el rey Enrique IV en 1472 no fue una merced baladí. En aquel tiempo significó una preponderancia sobre otras poblaciones del entorno, especialmente por los privilegios que otorgaba a sus ciudadanos. Con el paso del tiempo, a medida que el poder se centralizaba, aquellos privilegios se quedaron en nada.

Mariano Pardo de Figueroa, nuestro entrañable Doctor Thebussem, advirtió en 1910: "Este es el único de los antiguos privilegios que permanece vigente, pero con vigor inútil, puesto que ya no hay diferencia entre aldeanos, lugareños, villanos y ciudadanos, y aun cuando tales graduaciones están borradas de las leyes y de las costumbres, todavía por aquello de que stultorum infinitus est numerus, hay aldeas que se enorgullecen con ascender a villas y villas que se ufanan con llegar a ciudades" (1).

Cierto que el número de necios es infinito y hoy es impensable el enorgullecerse por los títulos que adornan a las poblaciones, porque, efectivamente, no comporta ninguna ventaja o privilegio respecto a otros núcleos urbanos. Pero sí es una ventaja añadida a la historia de las ciudades y los pueblos el tiempo en que fueron reconocidas por el mérito de sus habitantes, cuando comportaba unos privilegios para ellos.

En 1988, el 25 de marzo, se conmemoró el V Centenario de la distinción real, en el marco de la I Semana de Medina Sidonia, a los 516 años de recibir la ciudadanía. El Alcalde, Juan Cornejo, refiriéndose a la Semana, deseaba que tuviese una continuidad en el tiempo, como así ha sido, con alguna interrupción, y añadía también su deseo de “que año tras año se repita la experiencia y el intento de acercar la ciudad en todas sus facetas a los vecinos, y también se repita la experiencia y que sirva de proyección cara al exterior, creando en definitiva la necesidad de hacer de Medina Sidonia un lugar de visita obligada y a la que hay que tener en cuenta dentro del marco de la Provincia Gaditana” (2).

Y este 530 aniversario parece propicio para bucear en la historia de nuestro pueblo, de nuestra Ciudad, recreando la sociedad asidonense en el siglo XV. Cómo, quiénes, de qué vivían nuestros antepasados en ese siglo plagado de guerras y de inestabilidad entre la realeza y los nobles, poderosos señores a los que el pueblo servía.

 

MEDINA EN EL SIGLO XV

La historia de España nos ofrece un panorama de luchas constantes desde los más remotos tiempos. ¿Vendrá de ahí la belicosidad de la que hablaba Octavio Paz? (3)

Pero la visión histórica se nos ha dado siempre a través de los poderosos que la han gobernado, no del pueblo soberano que la ha padecido, lo que hace difícil encontrar la realidad de los hechos históricos. Un ejercicio que se presume apasionante es el de estudiar al revés: la historia del conjunto desde sus más minúsculas colectividades.

¿Qué ocurría en Medina Sidonia durante los grandes aconteceres históricos? Poco sabemos, porque poco hemos estudiado, aunque hay que reconocer que se van dando pasos, si no de gigante, al menos de tortuga.

El siglo XV fue en España uno de los más caóticos, si es que alguno merece este epíteto, respecto a los demás. Y al decir España hemos de pensar que tal expresión no es un concepto homogéneo. “En el siglo XV la palabra España significaba, como venía significando a todo lo largo de la Edad Media, la colectividad de todos los pueblos de la Península, y no tenía ningún sentido político específico”, escribe Kamen (4), quien poco después nos aclara, como si no lo supiéramos, que “los Reyes Católicos nunca se plantearon como objetivo el logro de una España unida”.

Medina Sidonia, desde su conquista por Alfonso X en 1264, perteneció al reino de Castilla y en él permaneció hasta la división administrativa que creó la región de Andalucía desligada de la de Castilla y en ella seguimos tan gustosos.

En esta celebración de la ciudadanía no es posible presentar un estudio sobre la Medina Sidonia durante el siglo XV, por falta material de espacio y porque contamos ya con un buen cartel de historiadores en esta ciudad y su término, quienes pueden y deben investigar en este siglo XV, y en anteriores y posteriores.

El XV queda reflejado documentalmente en el magnífico trabajo de Laureano Rodríguez Liáñez y Ana Maria Anasagasti Valderrama (5), que inician el 14 de septiembre de 1404 en Sevilla, con la Carta de Personería de Pedro Venegas de Córdoba el Mozo nombrando procurador a Gonzalo García de Segura, y se cierra con el Acta de Traslado de Documento, de 17 de octubre de 1499 en Granada, de una provisión de los Reyes Católicos comunicando la adjudicación de la renta del servicio y montazgo a Luis Núñez Coronel por cuatro años. El libro se enriquece con un catálogo de fuentes y bibliografía.

Entre los hechos que se sucedieron en ese siglo, recogidos en el libro anterior, destacan en sus documentos:

- La venta del castillo de "Benalú", propiedad de la Iglesia de Cádiz, al tesorero de la Iglesia de Sevilla, Pedro González de Medina, en 1422, quien lo vende en 1439 al Concejo de Medina.
- Juan II hace donación de la villa de Medina Sidonia a Juan de Guzmán, hijo del Maestre de Calatrava, en enero de 1440, y el Concejo se opone, sin que el rey consiga que se cumpla su voluntad, por lo que "quedó maravillado", después de un curioso rifirrafe, que sí tuvo consecuencias: en octubre de ese mismo año el hijo del Maestre permuta Medina Sidonia con el conde de Niebla, homónimo de aquel y futuro duque de Medina Sidonia, por la Algaba y Alaraz, las heredades del Vado de las Estacas en Sevilla y de Moscoso en Carmona y las aceñas del rey y la Ina en Jerez de la Frontera.
- El mismo rey concede el título de duque de Medina Sidonia a Juan de Guzmán, hizo 557 años el pasado 17 de febrero.
- En 1453 estaban ya caídos los muros de la todavía villa, la historia se repite, y el papa Nicolás V concede "la remisión de todos los pecados y la liberación de la obligación de restituir los bienes mal adquiridos durante diez años a todos los que ayuden" a su reparación. Tanta generosidad se contempla en la Littera Gratiosae, de 17 de junio.
- El duque concede tierras al alcaide, entonces Bartolomé de Basurto, que cuenta con una calle céntrica en la hoy ciudad, y a regidores y jurados, en 1459.
- Curiosidad monárquica: hay dos Cartas de Merced del rey de Castilla Alfonso XII de 1465 y 1467, confirmando al duque el mayorazgo sobre sus estados, y concediendo al duque y a su hijo Enrique las tercias del pan de Sanlúcar, Trebujena, condado de Niebla con Bollulos, Almonte y Huelva, y Medina Sidonia con su tierra y término. En esos años reinaba en León y Castilla Enrique IV, pero en 1465 se sublevan algunos nobles y proclaman en Avila rey a Alfonso, hermano de padre del auténtico rey, y hermano de Isabel, la que sería la Católica (6). Enrique IV vence a los rebeldes en Olmedo en 1467, habiéndole dado tiempo al usurpador a las dos mercedes reseñadas.
- En 1471 salen dieciocho ballesteros asidonenses para defender Jimena durante un mes.
- Un año después la iglesia mayor se convierte en catedral al trasladarse el cabildo catedralicio de Cádiz a Medina Sidonia, huyendo de los capitalinos que los injuriaban por palabra y obra. La sede se mantuvo hasta 1478.
- El 25 de marzo de 1472 Enrique IV, en agradecimiento al duque, que le había sido fiel en sus continuas luchas con la nobleza, concede a Medina Sidonia el título de Ciudad, que desde entonces nos honra a sus habitantes.
- Al año siguiente manda el duque que el ganado salga de la ciudad y se ubique en lugar seguro, a causa del enfrentamiento con el marqués de Cádiz y conde de Arcos, Rodrigo Ponce de León. En estos lances fue asesinado el alcaide Bartolomé Basurto en 1471, "parece fue despeñado" desde el torreón de Doña Blanca (7), y robado, como se deduce de la Real Provisión de 20 de septiembre de 1484, por la que los Reyes Católicos se ocupan de que se investigue el despojo de que fue objeto.
- Desde 1473 están los caballeros con sus servidores en pie de guerra a disposición del duque, prácticamente hasta la pacificación del reino en el siglo siguiente.
- En 1479 parece que también se había caído la muralla, parte de ella es de suponer, y el duque es más expeditivo que el papa: manda que la paguen los caballeros que se resistieron a una de sus llamadas.
- Al año siguiente el duque advierte a los asidonenses que se preparen para que Jerez no se apodere de lo que no es suyo y sí de Medina.
- En 1486 Medina se defiende de la peste de Jerez, prohibiendo a los vecinos acojan en sus casas a las personas que procedan de aquella población.

Siguiendo la documentación aportada en ese interesantísimo libro se puede pulsar la vida de los asidonenses a lo largo de todo el siglo XV: sus peleas con lugareños del entorno, sus prohibiciones, sus privilegios, sus impuestos y conocer a algunos de sus habitantes con nombres y apellidos.

Pero hay más fuentes de donde obtener información sobre ese siglo XV, en el que Medina Sidonia sobresalió sobre otras colectividades peninsulares. Además del libro de Martínez Delgado ya citado, el Vicario, que ofrece noticias hoy históricas, sin contrastar muchas de ellas, contamos con el trabajo admirable de Marcos Ramos Romero (8), que nos lleva a contemplar un panorama pormenorizado, más amplio y detallado que el meramente documental.

De menor entidad para el estudio de ese siglo, ya que arranca su trabajo prácticamente de mediados del siglo XVIII, hay que tener en cuenta el libro de Salvador Montañés Caballero sobre las calles de la ciudad (9), algunas de ellas con historia en esos cien años que nos preocupan al día de hoy: la calle Cilla, nombrada desde el siglo XV o XVI, por encontrarse en ella la cilla, depósito que en el siglo XVIII se trasladó a la calle San Francisco, al extraordinario edificio que hoy ocupa en parte el Partido Socialista Obrero Español, que debería ser objeto de visita turística, tal es su soberbia construcción. Otras se conservan aún: Alarcón, que se conoció como Puerta del Sol; Desconsuelo, la Plaza del Llanete de Herederos, la de Moritos, el callejón de la Mancebía Vieja, quizás la calle Baja de Santa Catalina, actualmente de Pablo Iglesias, y algunas más que, de origen incierto, no acertamos a centrar su nomenclatura en el tiempo.

Otras fuentes que dan noticia de la actividad en Medina en el siglo XV son el trabajo de los nombrados Laureano y Ana María sobre los repartimientos en el término en 1459 (10), mencionado en el anterior libro de los mismos autores, y las fuentes documentales en el Archivo Municipal (11). E inexcusable el sumergirse en el Archivo ducal de Medina Sidonia en Sanlúcar de Barrameda, donde palpita la vida de los asidonenses a lo largo de varios siglos.

Y, naturalmente, el siglo XV ha sido tratado en diversas obras generales, de las que son más interesantes aquellas que tratan de la historia de Cádiz y su provincia, por la cercanía, como la de Adolfo de Castro (12), en la que no sale bien parado el duque de Medina Sidonia en sus enfrentamientos con el conde Arcos y marqués de Cádiz. La bibliografía es muy extensa y hay dónde escoger, existen otras obras que considero imprescindibles, pero que no agotan los estudios sobre el siglo XV, con referencias explícitas sobre Medina o la Castilla de su tiempo (13).

 

NOTICIA DEL REY DADIVOSO

El rey de León y Castilla Enrique IV fue el quinto y último varón que reinó de la casa de Trastámara, iniciada con el bastardo Enrique II en 1369 al asesinar de su propia mano al rey Pedro I, llamado el Cruel por unos y el Justiciero por otros.

De este lance salió la famosa frase "Ni quito ni pongo rey, pero ayudo a mi señor", atribuida al caballero francés Bertrand Du Guesclin (separado o junto) y pronunciada el 14 ó 23 de marzo de 1369 en el campo de Montiel, hoy en la provincia de Ciudad Real (14).

La casa de Trastámara tiene su origen en los amores ilícitos de Alfonso XI el Justiciero con la sevillana Leonor de Guzmán. De su matrimonio con María de Portugal tuvo sólamente dos hijos, el primero muerto tempranamente, y el segundo que sería rey como Pedro I. En cambio, de su amiga, como la denomina el P. Florez (15), Leonor de Guzmán, tuvo ocho bastardos, bordes les llamaba el rey Pedro, entre ellos el primero, Enrique, gemelo de Fadrique, que también sería rey tras matar a su hermano de padre.

Este Enrique fue adoptado por el conde asturiano Rodrigo Álvarez, de quien a su muerte recibió los señoríos de Noreña, Gijón y Trastámara. Los Trastámara varones reinaron hasta Isabel I de León y Castilla. Al primero, Enrique II el Bastardo, le siguieron Juan I de Castilla, Enrique III el Doliente, Juan II, padre del último Trastámara reinante, Enrique IV el Impotente o el Liberal, que de las dos formas se le conoce, y de Isabel I, su sucesora en el trono de León y Castilla (16).

Enrique IV, siendo príncipe de Asturias, casó con Blanca de Navarra a los doce años, celebrándose las bodas años más tarde, pero pasados juntos otros doce años quedó tan doncella doña Blanca como había nacido (17). El matrimonio se declaró nulo.

A la muerte de su padre, Juan II, Enrique fue coronado en 1454 y al año siguiente casó en Córdoba con Juana de Portugal, y ésta sí le dio descendencia, en Madrid el año 1462: una niña, Juana como su madre. Y aquí viene el desbarajuste de los reinos de León y Castilla: "Durante este reinado la crisis castellana alcanza su punto álgido, debido a las exigencias nobiliarias y la debilidad regia" (18).

Gustavo Adolfo Bécquer hace un relato espléndido de este periodo del reinado de Enrique IV, bebiendo en fuentes históricas, a las que habría que culpar de los errores que pudo cometer. No como poeta sino como narrador, quiere ajustarse muy mucho a lo que debió ser la realidad, pero ésta no parece que se pueda saber nunca.

En la última reconciliación de los hermanos Enrique e Isabel, celebrada en Segovia en 1473, durante la celebración de un "suntuoso banquete", cuenta Bécquer (19), el rey "se sintió acometido repentinamente de un agudo dolor en el costado, por lo que desbaratándose la fiesta se tomó ocasión entre el vulgo y los señores descontentos, para atribuir aquella indisposición a un veneno o yerbas que decían haber suministrado al Rey los que deseaban sucederle".

El caótico estado de los reinos de León y Castilla, en lucha constante por la sucesión de Enrique IV, que correspondía a su hija Juana y no a su hermana Isabel, a la que posteriormente sería su memoria halagada con la Católica, ha merecido muchos estudios y análisis. Todavía en marzo de este mismo año el catedrático de Historia del Pensamiento Político y los Movimientos Sociales, en la Universidad Complutense, José Alvarez Junco, trata este asunto dejando claro que la heredera de los reinos de León y Castilla era Juana, sobre la que su tía Isabel fomentó el rumor de que Juana era "la Beltraneja", una hija adulterina de la reina, logrando al fin que fuera desheredada (20).

Enrique IV murió en Madrid el 11 de diciembre de 1474, a los dos años, ocho meses y 17 días de la concesión del título de Ciudad a nuestra Medina Sidonia, en aquellos tiempos lejanos una real gracia que beneficiaba en gran manera a los asidonenses, con privilegios respecto a otros pueblos.

Gracias demos pues a aquel rey que nos tuvo en su mente para favorecernos, aunque el mérito de la merced no fuera del pueblo sino del entonces poderoso duque, que fue quien se lo pidió.

Y hasta aquí este breve resumen de un siglo en el que los asidonenses no pudieron decir que se aburrieron.

 

BREVE NOTICIA DE UNA ÍNTIMA CELEBRACIÓN

La celebración del día tan luminoso en que aquellos nuestros antepasados recibieron sus privilegios, en razón de su nueva ciudadanía, podríamos recordarlo año tras año, convocando a cuantos nos quieran acompañar en el estudio, el pensamiento, el espectáculo y cuanto bueno se pueda aportar para satisfacción general de vecinos y visitantes en tan señalado día.

El 25 de marzo de este año celebramos en la intimidad unos cuantos amigos, gracias a la generosidad de Chano y Ani, en "Machín", una reunión en la que repartimos un cuadernillo del que ha salido el presente artículo. Se debatió la oportunidad de celebrar anualmente ese día 25 de marzo como fiesta local, una fiesta lúdica que podría coincidir con la Semana Cultural de Medina Sidonia, y en la que habría conciertos y actuaciones, baile, una berza popular, la entrega de la Medalla de Oro de la Ciudad a persona que se haya distinguido muy especialmente en favor de Medina Sidonia, y un largo etcétera a gusto de todos.

La conclusión fue positiva, todos estuvimos de acuerdo. Ahora sólo falta ponerse a trabajar y en el tiempo que queda, cerca de un año, hacer realidad este reconocimiento a un pueblo que, siendo grande desde siempre, en 1472 inició su nueva grandeza en la historia de España. Que así sea.

Como apéndice, sigue copia del documento que publicó el Dr. Thebussem: "Carta de Privilegio del rey don Enrique IV, intitulando Ciudad a la Villa de Medina Sidonia" (21). Este mismo texto se recoge en las obras ya citadas de Marcos Ramos y el matrimonio Rodríguez Liáñez-Anasagasti. Además de su indudable interés histórico, tiene el de estar en una lengua que se hablaba y escribía en la Península hace más de quinientos años. Las comparaciones son odiosas, pero muy interesantes.

<< Don Enrique por la gracia de Dios rey de Castilla, de León, de Toledo, de Gallicia, de Seuilla, de Córdova, de Murcia, de Jahén, del Algarve, de Algecira, de Gibraltar e sennor de Vizcaya e de Molina, por fazer vien e merced a vos el concejo, alcaldes, regidores, cavalleros, escuderos, oficiales y ommes buenos de la villa de Medina Sidonia que es de don Enrique de Guzmán mi primo, duque desa dicha villa y conde de Niebla, porque por los muchos y buenos e leales servicios que vosotros me hauedes fecho e facedes de cada día y ficieron vuestros antepasados a los reyes de gloriosa memoria, especialmente en la guerra de los moros enemigos de nuestras santa fée que en la dicha frontera está e por fazer merced al dicho duque que me lo suplicó, e ansí mismo porque esa dicha villa se ennoblezca y pueble más tengo por vien y es mi merced que de aquí adelante para siempre jamás sea llamada e nombrada e se llame y nonbre, intitule la cibdad de Medina Sidonia, e que a ella e a los vecinos que en ella biviéredes e moráredes de aquí adelante vos sean guardados todos los privillejos e derechos, franquezas y libertades, preheminencias e prerrogativas e inmunidades e todas las otras cosas y cada vna dellas de que han e son guardadas en las otras cibdades de mis reynos e a los vecinos e moradores della. E por esta mi carta o por sus traslado signado de escribano mando a los infantes, duques, perlados, condes, marqueses, ricos omes, maestres de las Ordenes, priores, comendadores, e a los del mi Consejo e oidores de la mi abdiencia, alcaldes e notarios e otros justicias qualesquier de la mi casa e corte y chancellería e a los mis contadores mayores e a sus oficiales e logartenientes e a los subcomendadores, alcaydes de los castillos y casas fuertes e llanas y a todos los concejos, alcaldes, alguaciles, merinos, rexidores, cavalleros, escuderos y oficiales e omes buenos de todas las cibdades e villas e logares de los mis reynos e señoríos y a otras qualesquier personas mis vasallos e súbditos e naturales de qualquier estado o condiçión, preheminencia o degnidad que sean e a cada vno dellos que agora son o serán de aquí adelante que hayan e tengan de aquí adelante esa dicha villa e la nombren Y llamen e intitulen en todos los previllejos e escripturas e en los otros logares do se ovieren de nombrar e llamar e intitular la cibdad de Medina Sidonia, e que vos guarden e fagan guardar todos los dichos previllejos e preheminencias e prerrogatibas e las otras cosas susodichas que a las otras cibdades de los dichos mis reynos son guardadas, todo vien e complidamente en guisa que non mengüe ende cosa alguna, ca yo por la presente la intitulo e nonbro cibdad, e quiero que ansí sea nonbrada e llamada de aquí adelante para siempre jamás. E otrosí por esta dicha mi carta mando a los dichos mis contadores mayores que en los logares donde en los libros está nombrada e intitulada villa la tiesten (sic) e la pongan en nombre cibdad segund dicho es e porque ansí sea llamada en adelante, lo qual todo mando a las dichas mis justicias de las dichas cibdades e villas e logares de los dichos mis regnos e sennoríos fagan luego pregonar públicamente por las plazas e mercados y otros lugares acostumbrados de las dichas cibdades e villas e logares por pregonero e ante escribano público porque todos los sepan e guarden ansí de aquí adelante e dello non puedan pretender inocencia. E sobre esto mando al mi chanceller e notarios e a los otros mis oficiales que están a la tabla de los mis sellos que vos den e libren e pasen e sellen mi carta de privilegio, la más firme e bastante que les pidiéredes e ouiéredes menester. E los vnos ni los otros non fagades nin fagan ende al por alguna manera so pena de la mi merced e de dies mil maravedís para la mi cámara. E demás mando al omme que vos esta mi carta mostrare que vos emplase que parescan ante mí en la mi corte, doquier que yo sea, fasta quinse días primeros siguientes so la dicha pena, so la qual mando a qualquier escribano público que para esto fuese llamado que dende (sic) al que vos la mostrare testimonio signado con su signo porque yo sepa en commo se cunple mi mandado.

Dada en la cibdad de Badajoz a veinte e cin-co días de marzo año del nascimiento del nuestro señor Jesu Christo de mil e quatrocientos e setenta e dos años.

Yo el Rey.

Yo Johan de Ouiedo secretario del rey nuestro señor la fise escribir por su mandado.

En las espaldas tiene una firma que dice Registrada.

Johan de Segura >>.


Notas:

(1) Doctor Thebusssem, Añadiduras a notas bibliográficas de Medina Sidonia, Madrid, 1910, p. 7.

(2) Salvador Montañés Caballero (coordinador), folleto de la Semana de Medina Sidonia, 20-27 de marzo de 1988, Delegación de Juventud y Cultura del Excmo. Ayuntamiento de Medina Sidonia, 1988.

(3) Eduardo Ángel Ruiz Butrón, "Octavio Paz en el recuerdo", Revista Puerta del Sol, nº 1, Medina Sidonia, diciembre 2001, p. 7.

(4) Henry Kamen, Una sociedad conflictiva: España, 1469-1714, El Libro de Bolsillo, nº 1.064, 1ª reimpresión, Madrid, Alianza, 1989, p. 31.

(5) Laureano Rodríguez Liáñez y Ana María Anasagasti Valderrama, Medina Sidonia en la Baja Edad Media. Historia, Instituciones y Documentos, Medina Sidonia, Excmo. Ayuntamiento de Medina Sidonia, 1994. El libro obtuvo el Premio de Investigación "Ciudad de Medina Sidonia 1990".

(6) Julio Valdeón Baruque, "Reina de Castilla", en GER, Gran Enciclopedia Rialp, tomo 5, Madrid, Rialp, 1971.

(7) Francisco Martínez y Delgado, Historia de la Ciudad de Medina Sidonia, Cádiz, edición y notas de Joaquín María Enrile y Méndez de Sotomayor, 1875. El historiador Salvador Montañés interpreta las palabras de la crónica "...mandó que le arrojaran desde la torre...", como que se ordenó "arrojarle flechas", de cuyas heridas murió.

(8) Marcos Ramos Romero, Medina Sidonia. Arte, Historia y Urbanismo, Cádiz, Excma. Diputación Provincial de Cádiz, 1981.

(9) Salvador Montañés Caballero, El callejero de Medina Sidonia. Aproximación al origen y formación de su nomenclatura, Medina Sidonia, Excmo. Ayuntamiento de Medina Sidonia, 1992.

(10) Laureano Rodríguez Liáñez y Ana María Anasagasti Valderrama, El Libro del Repartimiento de Medina Sidonia. Estudio y edición, Serie Fuentes Documentales, nº 8, Cádiz, Caja de Ahorrros de Cádiz, 1987.

(11) Victoria Martín Mila y Francisca Ruano Fernández, Inventario del Archivo Municipal de Medina Sidonia, Cádiz, Diputación de Cádiz, 1992.

(12) Adolfo de Castro, Historia de Cádiz y su provincia desde los remotos tiempos hasta 1814, reimpresión facsimilar de la de 1858, Cádiz, Excma. Diputación de Cádiz, 1982.

(13) Entre otras: Pedro Barrantes Maldonado, Ilustraciones de la Casa de Niebla, manuscrito de 1541, en Memorial Histórico Español, volúmenes IX y X, Madrid, Real Academia de la Historia, 1857. Signatura B-19. También: Américo Castro, España en su historia. Cristianos, moros y judíos, 3ª edición, Barcelona, Crítica, 1984.

(14) Juan José Menezo, Reinos y Jefes de Estado desde el 712, Madrid, Historia Hispana, 1987.

(15) P. Enrique Florez de Setién, Memorias de las reinas católicas de España, t. II, Colec. Crisol 123, 3ª edic., Madrid, Aguilar, 1959, p. 146.

(16) Salvador Claramunt, "Trastámara, casa de", en GER, Gran Enciclopedia Rialp, tomo 22, Madrid, Rialp, 1975, p. 735.

(17) P. Enrique Flores de Setién, obra citada, p. 289.

(18) Laureano Rodríguez Liáñez y Ana María Anasagasti Valderrama, El Libro del Repartimiento de Medina Sidonia. Estudio y edición, Serie Fuentes Documentales, nº 8, Cádiz, Caja de Ahorrros de Cádiz, 1987.

(19) Victoria Martín Mila y Francisca Ruano Fernández, Inventario del Archivo Municipal de Medina Sidonia, Cádiz, Diputación de Cádiz, 1992.

(20) Adolfo de Castro, Historia de Cádiz y su provincia desde los remotos tiempos hasta 1814, reimpresión facsimilar de la de 1858, Cádiz, Excma. Diputación de Cádiz, 1982.

(21) José Álvarez Junco, "Otra santa más para la guerra", en El País, 13 de marzo de 2002, p. 14.

(22) Doctor Thebussem, obra citada, p. 5.


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