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Apuntes sobre la Ermita de Santa Ana

Ana Fernández García

Santa Ana, resistiendo todavía el paso del tiempo, fue punto de referencia para la población de Medina Sidonia. Lugar de culto, peregrinaje, verbenas y rogativas, conoció tiempos mejores que, de forma sencilla, traslado a través de fragmentos extraídos de diversas fuentes y épocas.

La Ermita de Santa Ana es uno de los últimos vestigios que se conservan en Medina Sidonia de la riqueza en capillas y ermitas con que llegó a contar nuestra ciudad. Si consultamos la Historia de la Ciudad de Medina Sidonia escrita por Francisco Martínez Delgado, tendremos constancia de que llegaron a existir más de 12 ermitas, algunas de ellas ya desaparecidas en la época en que se escribió este libro. Podemos destacar la Ermita de San Cristóbal, sede originaria del Convento de San Cristóbal, que en la actualidad se conoce como Cristo de la Sangre, la de los Santos Mártires, que se dice es el templo cristiano más antiguo de Andalucía, la de Santa Catalina, donde se encuentra actualmente el Parque de Bomberos, la del Amor de Dios, que fue hospital y actualmente es asilo de ancianos, la del Espíritu Santo, que se encontraba en la calle del mismo nombre, la de la Caridad, que estaba próxima a la de Santa Catalina, las ermitas de la Veracruz y San Isidro, sobre las que se construyó el ya desaparecido Convento de San Francisco (donde actualmente está el cine Thebussem), la de San Sebastián, donde hoy se encuentra la Iglesia de San Juan de Dios, o la de Ntra. Sra. de Consolación sobre la que se construyó el actual Convento de Jesús, María y José.

Las ermitas se dedicaban, sobre todo, al culto popular venerando a imágenes a las que concedían propiedades excepcionales, como la curación de enfermos (Amor de Dios), la protección de las cosechas (San Isidro Labrador) o la protección frente al levante (Santa Ana).

La ermita de Santa Ana es lo que se conoce como una ermita de extramuros, situada a las afueras de la ciudad, en un entorno conocido como Hoyo de Santa Ana, rico en huertas, frutales y agua, próxima también a la fuente de los Naranjos. Esta situación exterior a la ciudad ofrecía un uso diferente al que tenían las ermitas de intramuros: era utilizada como lugar de culto por las personas que vivían en las huertas de la zona, no teniendo así que acudir al pueblo para oír misa. Además, las mujeres pobres que “no teniendo saya y mantilla, para presentarse a oir misa a las Iglesias del pueblo, conseguían el veneficio de oirla en la Hermita de Sra. Sta. Ana”1. A su vez, el templo se convertía en lugar de peregrinaje y fiesta, organizándose con motivo de la festividad de dicha santa:

... al amanecer acudíamos a la ermita a oír la Santa Misa que cantaban las niñas de “las Huérfanas” con sus afinadas vocecillas, acompañadas al armonium por aquel incomparable (que pudo ser maestro de maestros) Peralta; tras el Santo Sacrificio al que acudían todas las clases sociales y todas las edades, la banda del pueblo amenizaba aquella media verbena que en el exterior se había instalado con sus farolillos, sus puestos de aguardiente, de turrones, de exquisitos alfajores que nunca dejaban de poner su polícroma nota en todas las fiestas del pueblo, y con la compañía casi siempre del tradicional levante, fiel compañero de las fiestas de la ciudad...2.

La fecha a la que se remonta la erección de esta ermita se sitúa en el siglo XVI, aunque las fuentes consultadas no aclaran exactamente el momento, situándolo unas a principios y otras a mediados de este siglo:

É sta debió labrarse a principios del XVI, puesto que de la escritura otorgada en 26 de junio de 1606 ante Diego de Segura, entre el alférez Alonso de León y el albañil Jusepe de Urrutia, se obligó éste á solar y sacar á plana la capilla nueva de la iglesia de Santa Ana, á perfeccionar los altares y adobar los tejados, recibiendo como precio de todo doce ducados, el ladrillo que se necesitase para la obra y un regalo de veintidós reales cuando se hiciera la fiesta que los arrieros tenían ofrecida á Santa Ana, y en la cual había de correrse un toro3.

Fue la de Santana la gran devoción del siglo XVI y la erección de la ermita en Medina Sidonia fue una consecuencia lógica de ella, pues se supone que fue fundada en la segunda mitad del referido siglo, ya que en una escritura de 26 de junio de 1606 ante Diego de Segura, se contratan unas obras de reparación de pico, tejados y altares, lo que indica una vida anterior, mínima de 50 años4.

No tenemos datos concretos del motivo que llevó para erigir una ermita a Santa Ana en Medina Sidonia, aunque parece ser que en esta época estaba muy extendido su culto. Algunas fuentes la vinculan a la casa Ducal de Medina Sidonia.

La devoción a esta Santa estaba bastante vinculada a la Casa Ducal de Medina Sidonia y varias damas de ella ostentaban dicho nombre; la principal y que posiblemente fundara la ermita, fue doña Ana de Aragón, nacida en 1513, hija de Alonso de Aragón y nieta de Don Fernando el Católico, la que por nulidad en su primer matrimonio, desposose en segundas nupcias con su cuñado don Juan Alonso, VI Duque. Esta dama, que era excelente, virtuosa y llena de piedad, en el año 1540, pocos meses antes de que la armada de Barbarroja asaltase y saquease Gibraltar, de regreso de las fiestas de Santa Ana en Triana, al pasar el puente tendido sobre el Guadalquivir, hundióse éste, muriendo ahogada muchas personas y estando ella misma a punto de perecer. A partir de entonces acentúa su piedad, vuélvese muy recogida, viste continuamente hábito o redobla sus obras de caridad. Indudablemente que su agradecimiento a Santa Ana le hace erigir en la mejor de sus ciudades la ermita de que tratamos, pues la coincidencia del hecho con los datos históricos que poseemos hace presumir que la erección se remonta a dichos años aproximadamente5.

La ermita de Santa Ana se encuentra situada al pie del Cerro del Castillo y orientada en dirección sureste. El edificio, ahora en un proceso de deterioro importante, constaba de un patio ajardinado a la entrada, con una capilla con un crucifijo en marfil que actualmente está en la sacristía de la Iglesia Mayor. La ermita tenía una sola nave con dos capillas laterales, techada con un alfarje parecido al de la Iglesia de Santiago. En el altar mayor se veneraba a la santa titular, que era una figura sedente acompañada por la Virgen niña. En el lado izquierdo estaba la imagen de San Pascual Bailón, obra del escultor Martínez Montañés, que actualmente podemos contemplar en uno de los muros exteriores del coro de la Iglesia Mayor, y en el derecho una imagen de San Joaquín que procedía del Monasterio de San José del Cuervo. En la Capilla del Evangelio se encontraba una imagen de la Virgen de la Cabeza, que ya en los últimos años de funcionamiento de la ermita había desaparecido a consecuencia del deterioro que sufría. En la capilla de la Epístola, en plano superior accediendo a través de una escala traída de la ermita de los Santos, se encontraba el Santo Cristo de las Penas, una Virgen de los Dolores y un San Juan. La imagen del Cristo se encontraba en la Iglesia Mayor y desde allí fue llevada en procesión hasta la ermita en 1750, aunque el siguiente fragmento la sitúa en la ermita de Santa Ana:

El año de 1750 fue muy calamitoso en Medina Sidonia por falta de lluvia. El Asistente de Sevilla ordenó que se custodiasen los campos, para excusar robos y hurtos de ganados. Á principios de mayo estaban perdidas las sementeras. Solamente existían en el pueblo 3.000 fanegas de trigo, y se necesitaban 40.000 para consumo y siembra hasta el futuro año de 1751. No habiendo en la ciudad persona acaudalada que prestase dinero, recurrió el Concejo al comercio de Cádiz y pudo adquirir trigo ultramarino para atender á las necesidades del pueblo.

En tales circunstancias, se acordó por el Ayuntamiento implorar el favor del cielo sacando en procesión de rogativa la imagen del Santo Cristo de las Penas, que se hallaba en un altar de la ermita de Santa Ana.

Aumentada la devoción á dicha efigie, se le construyó capilla especial en 1796. Poco tiempo después, ó sea en 1803, D. Diego García de Ávila solicitó permiso del Obispo de Cádiz para trasladar á su costa á dicha capilla la Santa Escala que desde principios del siglo XVIII se hallaba en la ermita de los Santos. El informe del vicario, D. Francisco Martínez y García, fué favorable á tan piadoso proyecto. La ermita de Santiago del Camino ó de los Santos Mártires, por su mucha distancia y amplia vereda, era poco frecuentada por los fieles. La Escala, compuesta de veintiocho peldaños, añadía el Vicario, se hallaba abandonada y casi inservible, y conviene mudarla á la capilla que en Santa Ana tiene el Santo Cristo de las Penas, transmitiendo a ella las indulgencias señaladas á la iglesia de los Santos6.

El culto a esta Santa, como ya adelantamos, está muy relacionado en Medina Sidonia con los vientos de levante, que tan intensos y molestos pueden llegar a ser. Pedro Barrantes Maldonado se refiere a él escribiendo lo siguiente:

Quando hace viento levante, que en otras partes llaman solano, vienen tan grande, tan impetuoso é con tanta furia, é coje en aquella altura de Medina con tanta fuerça, que muchas veces ha acaecido á ombres de gran fuerça arrojar un ladrillo dende una torre del castillo para fuera con toda su fuerça, é ser tanta la furia del viento levante, que lo ha tornado á meter muchas vezes dentro de la fortaleza, no dando lugar a que caya abaxo; y este viento aunque es allí muy enfastidioso, sí es muy sano para quitar las humidades que en aquella altura se congelan, porque por estar tan cerca de la mar y en lugar tan alto, todos los vapores que de la mar salen vienen á parar á aquella montaña7.

El viento de levante es un viento que en la zona del estrecho alcanza una velocidad importante, convirtiéndolo, en muchas ocasiones, en un visitante molesto, tanto por su intensidad como por su persistencia. Uno de los principales daños que causa en esta comarca es el que produce a los cultivos, tanto de cereales como a los frutales, llegando a tal extremo que en el año 1633, el día 13 de mayo, el Concejo acordó tomar la siguiente medida para intentar aplacarlos:

Ansí mismo se acordó que por quanto esta ciudad de Medina Sidonia está muy vexada por los aires y particularmente del levante que la tiene muy oprimida y necesitada por llevarse los frutos de ordinario, y esto conosidamente es por nuestros pecados, y para aplacar á Dios Nuestro Señor y suplicar á su Divina Magestad se sirva de dar remedio á esta necesidad y quitarnos esta plaga baliéndose de los medios aprobados por nuestra Santa Madre Iglesia, esta ciudad toma desde hoy por su intersesora y por su abogada á la gloriosa Señora Sanctaana, para que lo pida á su divina magestad, y en hazimiento de gracias de ello esta ciudad le ofrece desirle todos los años una misa cantada en su ermita el viernes inmediato después del día de la Ascensión de N. S. Jesuchristo, a la cual se ha de asistir por ciudad y ofrecerle una limosna. Y queste año por haber ya pasado el día prometido se haga el viernes dentro de otaba de la pascua de espíritu santo8.

A continuación de lo expuesto aparece un “boto solene” realizado en la misma fecha que el anterior acuerdo del Concejo:

En la ciudad de Medina Sidonia en trece dias de mes de maio de mil y seiscientos y treinta y tres años estando en la torre del cabildo de la ciudad los señores Don Juan de Sandoval Corregidor y Justicia Mayor della y el Capitan Alonso de León alcalde de Ordinario por el estado de los hijosdalgo y el Capitan don Fernando Cavallero de los Rios alguacil mayor, Y el Sargento mayor D. Antonio López de Herrera y D. Manuel de Pareja Espínola y el Capitan Alonso de Medina y el Capitan D. Juan de Novela y D. Alonso de Amaya y Diego Sánchez Cote, Regidores, todos juntos fueron a la Iglesia Mayor de dicha ciudad y estando en la capilla mayor della en forma de ciudad Yo don Alonso de Olvera Butrón escribano mayor del cabildo con voz y voto en él hice relación del acuerdo de hoy dicho día en razón de la promesa hecha a la gloriosa señora Santa Ana y abiéndose entendido todos los dichos Sr. Corregidor y demás capitulares del dicho cabildo en nombre de consejero y por ciudad por si y en nombre de los demás capitulares de este cabildo que al presente son ya delante por tiempo y fueron prometiendo por voto solemne de guardar y cumplir el acuerdo en esta razón hecho y en su cumplimiento hacer la dicha fiesta en cada un año el viernes inmediato después del día de la asención de que ello el dicho escribano mayor del cabildo doy fe y que se hallaron presentes a lo que dello es don Sebastián de Butrón cura de las Iglesias desta ciudad y Francisco de Asevedo sacristán mayor della y Francisco Marín clérigos presbíteros y Gaspar de Hoces diáconos y Antonio Ruiz Moriso, Juan Jimenez Roano y Antonio de Aldana y otros clérigos y seglares vecinos desta ciudad9.

Este voto solemne de decir misa cantada en la ermita el viernes inmediato a la Ascensión del señor, fue suprimido a causa de economías en el presupuesto municipal. Pero no podemos achacar únicamente a la falta de dinero la desaparición de tradiciones de tipo religioso, sino que la sociedad española vivió durante siglos bajo una mezcla de religiosidad y superstición que poco a poco va superando, perviviendo algunos de los rituales cristianos que más tradición tienen en la sociedad y olvidando la mayoría. La festividad de Santa Ana se celebró con veladas, corridas de toros, verbenas, misas y triduos, conviviendo la religiosidad con la fiesta pagana.

También acabó desapareciendo la Cofradía o Hermandad de Santa Ana, fundada en el siglo XVIII, desapareció hacia la segunda mitad del XIX. El vicario Francisco Martínez la menciona en su historia de Medina Sidonia como una cofradía todavía en funcionamiento, pero fuentes posteriores nos anuncian su desaparición:

En el siglo XVIII existió una hermandad o cofradía de Santa Ana, cuyo objeto era practicar obras de caridad. En 1720 eran mayordomos de ella Antonio Pérez y Francisco Fernández, y en 1725 hermano mayor Don Francisco Montes de Oca. Tanto los primeros como el segundo solicitaron y obtuvieron licencia para dar corridas de toros é invertir sus productos en la restauración del altar mayor de la ermita. De las fundaciones piadosas cuyas rentas debían aplicarse á misas en Santa Ana, conocemos las de Antonio Sánchez Carrión y D. Cristóbal Parra10.

Actualmente, la ermita de Santa Ana se encuentra en un estado de importante deterioro, quizá acelerado por el olvido en el que cae su culto, y toda la tradición festiva que acompañaba a esta santa. Se hace necesaria su restauración, porque forma parte del patrimonio asidonense, que con su importancia es fuente de atracción para el visitante y de riqueza para una ciudad como Medina Sidonia que debe buscar nuevas alternativas para su economía.


BIBLIOGRAFÍA:

- MARTÍNEZ Y DELGADO, Francisco. Historia de la ciudad de Medina Sidonia, edición acsimilar de la obra de 1875, Cádiz, Diputación Provincial de Cádiz, 1991.

- RAMOS ROMERO, Marcos. Medina Sidonia. Arte, Historia y Urbanismo, Cádiz, Excma. -Diputación Provincial de Cádiz, 1981.


Notas:

(1) Archivo Municipal de Medina Sidonia. Legajo 727. Beneficiencia y Sanidad. Expedientes de medidas Higiénico-Sanitarias. Medina Sidonia, 9 de noviembre de 1819.

(2) “Estampas Asidonenses. La ermita de Santa Ana”. Diario de Cádiz. Cádiz, 1958.

(3) “Ermita de Santa Ana y Santo Cristo de las Penas en Medina Sidonia”. Sucesores de Rivadeneyra. Madrid, 1896.

(4) y (5) “Estampas Asidonenses…”

(6) y (7) “Ermita de Santa Ana…”

(8) Archivo Municipal de Medina Sidonia. Legajo 11. Actas Capitulares. 13 de mayo de 1633.

(9) Archivo Municipal de Medina Sidonia. Legajo 11…

(10) “Ermita de Santa Ana…”


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